| 
                     
                  FÉLIX ARMANDO NÚÑEZ 
                    (1897-1972) 
                    
                  Escritor y crítico literario chileno  nacido en Boquerón de Maturín (Venezuela); se trasladó a Chile en el año 1914 y  estudió Magisterio y Pedagogía. Es autor de los libros de poesía La luna de  otoño (1919), La voz íntima (1919), Corazón abierto (1922), Canciones de todos  los tiempos (1943), Moradas imprevistas (1945), El poema de la tarde (1952),  Poema filial (1953) y Fastos del espíritu (1954). Se le concedió el Premio  Nacional de Literatura de Venezuela en el bienio 1951-1952.  Fonte: http://www.mcnbiografias.com/   
                    
                    
                  
                  JOIAS  DA POESIA HISPANO AMERICANA,   org.  ORICO, Osvaldo.  Lisboa: Livraria  Bertrand, 1945.  229 p.   12x19 cm.  “ Manuela González  Prada “ Ex. bibl. Antonio Miranda 
                    
                  Obs.  Não se trata de uma edição bilíngue, textos apenas em português. 
                    
                    
                  SÚPLICA 
                  ¡Déjame  que te quiera! 
                    Estoy solo y volvió la primavera. 
  ¡Déjame que te quiera! 
                  Mi  amor no es la dulzura esperanzada 
                    del huerto en primavera. 
                    Mi amor no espera nada. 
  ¡Déjame que te quiera! 
                  Yo  tengo la dulzura fatigada 
                    del árbol que en otoño sólo espera 
                    entregar su cosecha perfumada  
                    para morir soñando ¡Déjame que te quiera! 
                  No  podrías amarme. Eres retoño 
                    de nuevas primaveras, 
                    y mi vida es un lánguido otoño; 
  ¡déjame que te quiera como quieras! 
                    
                  SÚPLICA 
                    
                  Deixa-me que te queira! 
                  Estou só e voltou a primavera.  
                  Deixa-me que te/ queira. 
                    
                  Não tenho essa doçura esperançada  
                  de um pomar na primavera.  
                  Meu amor não espera nada.  
                  Deixa-me que te queira. 
                    
                  O que tenho é a doçura fatigada 
                  da arvore que, no outono, só espera 
                  entregar, a colheita perfumada 
                  para morrer sonhando. Ah! deixa que te queira! 
                    
                  Não poderás amar-me. És um rebento  
                  de novas primaveras,  
                  e a minha vida ê outono já nevoento.  
                  Deixa-me que eu te queira como queiras. 
                    
                  Página publicada em julho de 2015. 
 
                  
  |