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                  JOSE RICARDO GARCIA CORCUERA 
                    
                  Nació en Lima en 1990, tiene 23  anos y estudia Filosofia en la universidad Antonio Ruiz de Montoya. Es poeta y  escritor en el grupo "Afasia". Director de la Contra-Editorial  Primate. Director de la revista "Monólogo" y de la revista anarquista  "Primate". Pertenece al Circulo de Estúdios Anarquistas  "Prometeo". Dieta cursos de Introducción al Anarquismo, y Literatura  Obscena. Ha participado en diversos colóquios y congresos nacionales  organizados en distintas universidades, con ponencias sobre filosofia,  literatura y psicologia. Ha participado además en numerosos recitales  organizados en La Casa de la Literatura, La Asociación Cultural Brisas dei Titicaca,  Bellas Artes; y en recitales organizados en diferentes universidades, rádios,  parques, calles y bares culturales. Ha sido publicado en diversas antologias,  libros de ensayos y revistas especializadas. Sus intereses personales giran en  torno a la Literatura Erótica, el Anarquismo y la Magia dei Caos. 
                    
                  
                    
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                  ANTOLOGÍA  ENERO EN LA PALABRA –  XVIII FESTIVAL DE POESÍA DEL SUR ANDINO 2014.  Cusco, Perú: Dirección Desconcentrada de Cultura  Cusco, 2014.       158 p.   15 x 20 cm.   Ex. bibl. Antonio Miranda 
                    
                    
                  
                    
                      
                        ELLAS SE VAN CON EL HUMO 
                          
                       
                     
                   
                    
                  El humo sube y baja por  la sendas de Efeso,  
                    textos de Sei en los suelos de tatami  
                    se van ennegreciendo.  
                  Ante los perros  
                    es sin importancia,  
                    ellos juegan y coletean,  
                    en los arcos de los templos. 
                  El humo sube y baja  
                    mientras se asienta en las divinidades  
                    que duermen dentro de los pechos desconocidos, 
                  mujeres que acompañan,  
                    los desvíos hacia las ciénagas,  
                    los charcos,  los estadios de fútbol una  hora antes de las 
                  prácticas; 
                  y las mujeres que se llaman a si mismas  mujeres. 
                  Ellas siempre, dejan los inciensos  encendidos frente a tu 
                  rostro. 
                  Te convencen, mientras  toses,  
  "vístete de fantasma,  con kimono  rasgado,  
                    y vete a vivir en cada gruta sagrada; debilítate, que esto si es importante  para los perros" 
                  No dejes que aquellas  putas sean tu pareja,  
                    que te amen,  que te calen en lo más  hondo,  
                    del mar,  del despeñe, del viento helado  en un malecón; 
                    pero que nunca te oren. 
                  El humo sube y baja,  
                    y tú eres el que se queda,  siempre,  tarde, pronto,  
                    te apagas bajo sus piernas cerradas y amargas. 
                  ¡Inciensos malditos,  del que eres la leña! 
                  Así, 
                    toma nota, 
                  jovenzuelo,  que te denominas jovenzuelo:  
                    mueren los espíritus,  
                    y dejan los hombres 
                  desaparecer sus cuerpos  bajo alguna pasión y sumisión a  
                    un tierno ramaje. 
                    
                  Ahora, que eres un  agonizante guardián  
                    de un bosque seco e irrecorrible, 
                    
                  Manten tu orgullo y  revienta sus manos  
                    al instante en el que depositen una ofrenda a otra víctima. 
                    
                  Tú, que ahora,  eres humo,    ¡humea como un viejo quinqué!, hectoplasma,  desde tu última celda,  el mismo Tao, y las  
                    barrigas de todos los ebrios  
                    que guardan la ternura en sus jaulas  
                    y en sus goznes privados, 
                    
                  Y, cuando estés a punto  de ser olvidado y perder tu nombre, Humea por ti mismo, joven Sei hecha varón,  
                    pues el humo ajeno, 
                    sube y baja,  
                    y ellas siempre,  
                    te dejarán hecho cenizas. 
                    
                    
                    
                    
                  TEXTO  EM PORTUGUÊS 
                  Tradução  de Antonio Miranda 
                    
                    
                  ELAS SE VÃO COM A FUMAÇA 
                    
                  A fumaça sobe e desce pelos caminhos de Éfeso, 
                    textos de Sei nos caminhos de tatame 
                    vão-se se enegrecendo. 
                  Diante dos cães 
                    é sem importância, 
                    eles brincam e coletam, 
                    nos arcos dos templos. 
                  A fumaça sobe e desce 
                    enquanto se firmam nas divindades 
                    que dormem dentro dos peitos desconhecidos, 
                  Mulheres que acompanham 
                    os desvios para os pântanos,  
                    as poças, os estádios de futebol uma hora antes das práticas, 
                    e as mulheres que chamam a si mesmas mulheres. 
                  Elas sempre, deixam os incensos acesos diante de teu  rosto. 
                    
                  Te convencem, enquanto tosses, 
  “te vestem de fantasma, com quimono rasgado, 
                    e vai viver em cada gruta sagrada, 
                    te debilita, 
                  que isto sim é importante para os cães.” 
                  Não permita que aquelas putas sejam teus pares, 
                    que te amem, que te calem no mais profundo 
                    do mar, do escárnio, do vento gelado, em um calçadão; 
                    mas que nunca te rezem. 
                  A fumaça sobe e desce, 
                    se tu és o que fica, sempre, tarde, logo 
                    te apagas sob suas pernas fechadas e amargas. 
                    
                  Incensos malditos, do que é a lenha! 
                    
                  Assim,, 
                    anota, 
                    meu jovem, que te denomines menino, 
                    morrem os espíritos, 
                    e deixam os homens 
                    desaparecerem seus corpos sob alguma paixão e submissão 
                  a uma tenra ramagem. 
                    
                  Agora, que és um  agonizante guardião 
                  de um bosque seco e intransitável 
                    
                  Mantenha teu orgulho  e rebenta tuas mão 
                  no instante em que depositem uma oferenda a uma vítima. 
                    
                  Tu, que agora, és  fumaça, esfumace como um velho lampião, 
                    ectoplasma, desde tua última célula, 
                    como Tao, e as 
                    barrigas de todos os ébrios 
                    que guardam a ternura de suas jaulas 
                  e em suas dobradiças privadas, 
                    
                  E, quando estejas a  ponto de ser esquecido e de perder teu nome, 
                    esfumace por ti mesmo, jovem Sei feito homem, 
                    pois a fumaça alheia, distante, 
                    sobe e desce, 
                    e elas sempre 
                  te deixam como cinzas. 
                    
                    
                    
                    
                  Página publicada em outubro de 2019 
                
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