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Sobre Antonio Miranda
 
 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

ROSY PALÁU 

 

Nació en Culiacán, Estado de Sinaloa, México (1956). Poeta y narradora. Ha publicado los libros de poesía: Quizás el Tiempo, editado por el grupo "La Cabaña" en 1990, Territorio Indeciso, editado por la Universidad Autónoma de Sinaloa en 1990, La Clara Sombra del Silencio, editado por la Universidad de Guadalajara en 1996, y Sonata para una Luz, editado por la Difusora Cultural del Estado de Sinaloa, 1997. También es coautora del libro El Café de los verbos, editado por el grupo "La Cabaña" en 1985. Tiene un libro de cuentos que saldrá próximamente. Ha sido miembro del Consejo de Redacción del suplemento cultural del periódico "El Sonorense" de Hermosillo, Sonora (1986-1987) y en la actualidad es miembro del Consejo de Redacción del suplemento cultural del periódico "El Sol de Sinaloa", de Culiacán, Sinaloa. Ha participado en diversas revistas y hojas literarias de su país, tales como Tinta Fresca, Encuentro, Hojas, Plural y Factor. Ha sido galardonada con varios prestigiosos premios por su labor literaria en México.

 

TEXTOS EN ESPAÑOL  /  TEXTOS EM PORTUGUÊS 

 

ESTAMOS SOLOS DESDE AYER

 

Estamos solos desde ayer

y han crecido los árboles,

huele a limones el patio.

Son las 9 de la noche

de todos los días,

nada nos falta

y estamos solos desde ayer.

 

A veces nos quedamos tristes

junto a las cosas

y hablamos de los muertos,

en sus cuartos pequeños,

sin ventanas,

esperando a todas horas

que un recuerdo los alumbre;

después andamos por la casa

como siempre,

mientras los grillos cantan,

la luna se levanta,

que sí, que no

y son las 9 de la noche

de todos los días

y nada nos falta.

 

Hoy amaneció lloviendo,

el sol se metió por la tarde

en un charco de agua,

el aire se llenó de niños,

de voces que pasaron sin nadie;

hasta que la oscuridad nos fue tapando,

hasta que nadie vino

a cerrarnos las puertas del miedo

con la luz de una lámpara,

porque ya no juegan los fantasmas

a ponerse los zapatos,

el  vestido dejado en la silla,

porque sólo queda este silencio

que no se apaga

y cierro los ojos

y no se apaga.

 

Cada quien se interna en su sueño

buscando tal vez

lo que otros dejaron escrito

en una sombra,

cada quien remueve los escombros

de lo que alguna vez ha dicho

y encuentra pueblos distantes,

seres que cruzan la penumbra.

 

Pero más allá de las sombras

aún perdura la forma de las cosas

y amanece

y todos estamos juntos

en medio de las horas,

todos,

llenando con la prisa

los espacios vacíos.

 

Lo demás es el aire,

son las nubes

en el cielo alegre

de la ventana,

es acariciar las palabras

ahí, pegadas a su deseo;

porque uno se acostumbra

al silencio que lleva,

a guardar en secreto

esas noches que no alcanzan

para tanta luna

y todo se azulece

y nos entran las ganas inmensas

de decir algo;

porque estamos solos desde ayer,

desde que abrimos los ojos por dentro

y llamamos y no vino nadie

y pudimos saberlo.

 

 

NOCTURNO

 

La noche florece

en el asombro de los astros

que la espían.

Por la calle un perro ladra

a la voz indiferente

del minuto.

El tiempo vuelve,

se derrama.

El pasado existe

en el hoy eterno.

 

Arrastra un árbol

el oleaje de las claridades.

Cierro los ojos

y es incendio desbocado,

cielo de hojas ardiendo

en la lumbre de los pájaros.

De un silencio a otro

las palabras hablan sus imágenes,

el sueño se congrega

para contarse a si mismo.

 

Hay un patio.

Quietud errante

las piedras beben apiladas

en los arroyos de yerba.

Los muros se encienden,

parpadean,

cegados por el relámpago

de las enredaderas.

Lejano sol que se deshace

dentro del día

mientras el día hila las horas

en el agua de una pila.

 

El pensamiento construye

verdades y deseos.

No hay nadie.

Los muertos están muertos.

El instante es la lámpara

que los rebela

atravesando los espacios

todavía frescos de su misterio.

 

Me despierto.

La inmensidad se ahonda

en la ventana

como un Dios

hecho de miradas inexplicables.

 

 

La ciudad se alza

desde sus laberintos,

un gallo canta a deshoras,

una puerta se abre y otra se cierra.

Correr de pasos anónimos,

sílabas que se alejan solitarias

como la oscuridad que apenas toca

tu cuerpo manso de reflejos.

Tierra dormida

sobre el alma que respira

goces y miedos infinitos.

 

En qué pozo te abismas,

qué aventura te arrastra

como la tarde en rápidos de luz.

La luna se asoma

desde un acantilado de estrellas.

Eres la playa que se extiende

allá debajo.

Columna de transparencia,

el espejo que a la nada sostiene,

en repentinas marejadas te refleja.

 

La mirada va, vuelve,

se regresa.

El mundo conoce sus historias,

se contempla

como la flor en su tallo dichoso,

como la nube que se abre en lo alto

y se deja salir

en formas vivas.

 

Pasajeros de las horas,

junto a la sombra que te escribe

yo te leo y te repito.

Diminuto torbellino

zumba el aire en un insecto.

El cuarto se aparece.

Ya clarea. 

 

 

TEXTOS EM PORTUGUÊS

Versões de Antonio Miranda 

 

SOZINHOS DESDE ONTEM

 

Estamos sozinhos desde ontem

e as árvores já cresceram,

cheira a limão no pátio.

São as 9 da noite

de todos os dias,

e nada nos falta,

estamos sozinhos desde ontem.

 

Às vezes ficamos tristes

junto às coisas

e falamos dos mortos,

em seus quartos pequenos,

sem janelas,

que uma lembrança os alumie;

depois andamos pela casa

como sempre,

enquanto os grilos cantam,

a sua se levanta,

como sim, como não

e são as 9 da noite

de todos os dias

e nada nos falta.

 

Hoje amanheceu chovendo,

o sol se meteu pela tarde

numa poça de água,

o ar se encheu de crianças,

de vozes que passaram sem ninguém,

até que a escuridão foi nos envolvendo,

até que ninguém veio

para fechar as portas do medo

com a luz de uma lâmpada,

porque já não brincam os fantasmas

calçando os sapatos,

o vestido abandonado no sofá,

porque só resta este silêncio

que não se extingue

e fecho os olhos

e não se apaga.

 

Cada quem se mete em seu sonho

buscando talvez

o que outros deixaram escrito

numa sombra,

cada quem revolve os escombros

do que alguma vez dissertou

e encontra povoados distantes,

seres que cruzando a penumbra.

 

Mas além das sombras

ainda perdura a forma das coisas

e amanhece

e todos estamos reunidos

no meio das horas,

todos,

preenchendo com a brisa

os espaços vazios.

 

O mas são o ar,

as nuvens

no céu alegre

da janela,

o acariciar as palavras

aí, pegadas em seu desejo;

porque a gente se acostuma

ao silencia que carrega,

a guardar em segredo

essas noites que não bastam

para tanta lua

e tudo azulece

e nos invadem vontades imensas

de dizer algo;

porque estamos sós desde ontem,

desde que abrimos os olhos por dentro

e chamamos e não veio ninguém

e ficamos cientes.  

 

 

NOTURNO

 

A noite floresce

no assombro dos astros

que a espiam.

Pela rua um cão ladra

à voz indiferente

do minuto.

O tempo retorna,

se esparrama.

O passado existe

no eterno hoje.

 

Arrasta uma árvore

no marulho das claridades.

Cerro os olhos

e é incêndio desbocado,

céu de folhas ardendo

no lumbre dos pássaros.

De um silêncio a outro

as palavras falam suas imagens,

o sonho se congrega

para falar de si mesmo.

 

Há um pátio.

Quietude errante

as pedras bebem empilhadas

nos arroio de erva.

Os muros se iluminam,

pestanejam,

ofuscados pelo relâmpago

nas trepadeiras.

Longínquo sol que se desfaz

dentro do dia

enquanto o dia tece as horas

na água de uma pia.

 

O pensamento constrói

verdades e desejos.

Não tem ninguém.

Os mortos estão mortos.

O instante é a lâmpada

que os revela

atravessando os espaços

ainda recentes de seu mistério.

 

Desperto.

A vastidão aprofunda

pela janela

como um Deus

feitos de miradas inexplicáveis.

 

A cidade se levanta

de seus labirintos,

um galo canta a desoras,

uma porta se abre e outra se fecha.

Fugir de passos anônimos,

Sílabas que se distanciam solitárias

como a escuridão que apenas tange

teu corpo manso de reflexos.

Terra adormentada

sobre a alma que respira

gozos e medos infinitos.

 

Em que poço te abismas,

que aventura te arrasta

como a tarde em vislumbres de luz.

A lua assoma

desde um escarpado de estrelas.

És a praia que se estende

lá em baixo.

Coluna de transparência,

o espelho que a nada sustenta,

as repentinas marejadas te reflete.

 

A mirada vai, volta,

retorna.

O mundo conhece suas história,

se contempla

como a flor em seu talo venturoso,

como a nuvem que se abre lá no alto

e se deixa cair

em formas vivas.

 

Passageiros das horas,

junto à sombra que te escreve

eu te leio e te recito.

Diminuto torvelinho

ressoa o ar em um inseto.

Já clareia. 

 

 

(Publicado en enero 2007) 

 



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