MIGUEL ÁNGEL ASTURIAS 
                        
                        
                      Novelista y poeta. Nació  en la ciudad de Guatemala en 1899. Estudió en la Sorbona y bajo la dirección  del profesor Georges Raynaud, tradujo el Popol  Vuh, en colaboración con el escritor mexicano José María Hurtado de  Mendoza. En Francia fue corresponsal de  varios diarios iberoamericanos. En 1933 regresó a Guatemala y desarrolló  labores periodísticas. Inició la era del periodismo por radio al fundar y  dirigir el Diario del Aire. Sirvió cargos diplomáticos en varios países de  América y Europa. En 1966 se le concedió el Premio Lenin de la Paz y en 1967  obtuvo el Premio Nobel de Literatura. 
                        
                      Entre sus muchas obras destacan, en poesía: Sien de Alondra, Bolívar y Clarivigilia Primaveral; en narrativa: Leyendas de Guatemala, El Señor Presidente, Hombres de Maíz, Viento Fuerte, El Papa Verde,  Los Ojos de los Enterrados, Weekend en  Guatemala, El Alhajadito, El Espejo de Lida Sal, Maladrón, Viernes de Dolores. En teatro: La  Audiencia de los Confines, Chantaje, Dique Seco y Solana. Asturias murió en Madrid, España, en 1974.  
                        
                      TEXTOS EN ESPAÑOL  /    TEXTOS EM PORTUGUÊS 
                        
                        
                      CERBATANERO 
                        
                      Muchas veces volvió el Cerbatanero  
                      con los ojos más hondos que el desvelo. 
                      — Cerbatanero di — ¿dónde está el cielo? 
                      — Ya Dios se lo Ilevó. 
                        
                      — ¿Entero?... 
                      — Entero, 
                        
                      y fue mejor... 
                        
                      — Por qué, Cerbatanero? 
                      — Porque después, se llevará el anhelo,  
                      la tierra quedará para el guerrero  
                      y el mar irá detrás llorando el duelo. 
                        
                      — Cuando el hombre se cansa de ser hombre, 
                      (¿de qué flor no hay aroma en tu cansancio?)  
                      Dios se lleva lo bueno de la tierra,  
                      bajan arcones de color de nube  
                      para el aljófar, el rocío, el viento,  
                      y el agua de los dos, y en estuches  
                      de fuentes irisadas van los sueños,  
                      cabelos de mujer, senos nadando  
                      y caritas de niños sonrosados. 
                        
                      Se llevará a los niños? 
                      — Se los Ileva: 
                        
                      si los niños no ríen ni sonríen 
                      de qué sirven los niños en la vida? 
                      — Pero, Cerbatanero, ¿habrá cosechas? 
                      — El campesino ya se siente falso,  
                      trabaja humedecido de nostalgia.  
                      Arar, sembrar, vivir para el guerrero.  
                      Es mejor que se acaben Ias cosechas  
                      que enantes eran fiestas, las vendimias  
                      en que había la luz enamorada  
                      del hombre en la dulzura de las vidas. 
                        
                      Cosechar ¿para qué?, si la matanza,  
                      la ingratitud y la miseria es tanta,  
                      como si fuera el triste resultado  
                      de todas Ias industrias, tal industria. 
                        
                      La nupcia de los astros esta noche  
                      sobre el dormido espacio de los seres.  
                      Ciega y profunda oscuridad del suelo  
                      sube a los pies. Adiós, Cerbatanero. 
                        
                        
                      INVIERNO 
                        
                      En rodillas de viento, galgo y huella 
                      fuí trás de ti, mujer en mi presencia 
                      transportado por ágil luz de estrella 
                      de sentido en sentido hasta la ausencia. 
                        
                      Atravesaste, amor, los esgoísmos 
                      que en sílice de lágrimas desvelo 
                      yuxtapoiendo abismos sobre abismos 
                      en mi insoluble soledad de hielo. 
                        
                      La gran araña de la lluvia teje 
                      con agua y viento telerañas móviles 
                      ¿qué mañana serán cuando despeje ? 
                        
                      Superficie de vidrio sin quebranto 
                      cómo serán mis ojos cuando inmóviles 
                      hayan llorado ya todo su llanto ? 
                        
                      ----------------------------------------------------------------------------------  
                      TEXTOS  EM PORTUGUÊS  
                         
                       
                        
                      ZARABATANEIRO 
                        
                               Tradução de Fernando Mendes Vianna 
                        
                      Vezes voltou o Zarabataneiro 
                      com os olhos mais fundos que o desvelo. 
                      — Diz, Zarabataneiro, onde está o céu? 
                      — Deus consigo o levou... 
                      — Inteiro? 
                      — Inteiro, 
                        
                      melhor... 
                        
                      — Por quê? diz, Zarabataneiro. 
                      — Porque, depois, há de levar o anelo,  
                      a terra ficará para o guerreiro 
                      e o mar irá atrás chorando o luto. 
                        
                      — Quando o homem se cansa de ser homem  
                      (de que flor não há aroma em seu cansaço?)  
                      Deus leva tudo o que há de bom na terra,  
                      baixem então arcazes cor de nuvem  
                      para o aljôfar, o rocio, o vento,  
                      para as águas dos rios, e em estojos  
                      de fontes irisadas vão os sonhos,  
                      cabelos de mulher, seios nadando  
                      e carinhas rosadas de crianças. 
                        
                      — Levará as crianças? 
                        
                      — Levará: 
                        
                      se as crianças não riem nem sorriem,  
                      que fazem as crianças nesta vida? 
                      — Mas, Zarabataneiro, e as colheitas?  
                      — Eis que já o camponês se sente falso,  
                      de nostalgia úmido trabalha. 
                      Arar, semear, viver para o guerreiro.  
                      É melhor que se acabem as colheitas  
                      que antes eram só festas, as vindimas  
                      em que brilhava a luz enamorada 
                      do homem em meio à doçura das vidas. 
                        
                      Pois colher para quê, quando a matança,  
                      quando a miséria, a ingratidão é tanta,  
                      corno se fosse o triste resultado 
                      de todas as indústrias tal indústria. 
                        
                      As núpcias das estrelas esta noite 
                      por sobre o espaço dormente dos seres.  
                      E cega escuridão sobe da terra 
                      aos pés. Adeus, ó Zarabataneiro! 
                        
                        
                      INVERNO  
                               Tradução  de Solon Borges dos Reis 
                      Em súplica de vento, sem cautela, 
                      fui atrás de ti, mulher ; em minha presença 
                      transportad por luz azul de estrela 
                      de sentido em sentido até a ausência. 
                        
                      Atravessaste, além, os egoismos 
                      que em silêncio de lágrimas desvelo, 
                      após abismos justapondo abismos, 
                      em minha imensa solidão de gelo. 
                        
                      Como uma aranha grande a chuva tece 
                      com água e vento suas teias móveis. 
                      Que serão, amanhã, quando ela cesse ? 
                        
                      Superfícies de vida sem quebranto, 
                      como serão meus olhos, quando imóveis 
                      tenham chorado já todo o meu pranto ? 
                        
                        
                      Página publicada em dezembro de 2007 
                      
  |