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Sobre Antonio Miranda
 
 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

EDUARDO ESPINA

Eduardo Espina nació en Montevideo, Uruguay. Obtuvo su doctorado en Filosofía en Washington University en Saint Louis. Ha sido profesor de Poesía Contemporánea en las universidades de Amherst, Middlebury, y Universidad de las Américas, en México. Actualmente enseña en Texas A&M University.

 

Publicó los libros de poemas: Valores Personales (1982), La caza nupcial (1993, 2a. edición 1997), El oro y la liviandad del brillo (1994), Coto de casa (1995), Lee un poco más despacio (1999), Mínimo de mundo visible (2003), y El cutis patrio (2004). También es autor de los libros de ensayo: El disfraz de la modernidad (1992), Las ruinas de lo imaginario (1996), y La condición Milli Vanilli. Ensayos de dos siglos, publicado en 2003 por Grupo Planeta en Buenos Aires. En Uruguay ganó dos veces el Premio Nacional de Ensayo: en 1996, por el libro Las ruinas de lo imaginario, y en 2000 por el libro Un plan de indicios.

 

En 1998 obtuvo el Premio Municipal de Poesía por el libro aun inédito Deslenguaje. Ha ganado las becas del National Endowment for the Humanities y del Rotary Foundation. Sobre su obra poética se han escrito tesis doctorales, y extensos artículos de estudio fueron publicados en prestigiosas revistas académicas como Revista Iberoamericana y Revista de Estudios Hispánicos.

 

Su poesía se estudia en universidades de Estados Unidos, Europa y América Latina, y sus poemas han sido traducidos parcialmente al inglés, francés, italiano, portugués, alemán y croata. Está incluido en la Enciclopedia Británica y en más de 20 antologías de poesía latinoamericana, entre ellas Medusario, publicada por el Fondo de Cultura Económica.

 

En Chile, Red Internacional del Libro publicó recientemente el libro Con/figuración sintáctica: poesía del deslenguaje, del linguista español Enrique Mallén, estudio comprensivo de la obra poética de Espina.

 

En 1980 fue el primer escritor uruguayo invitado al International Writing Program, de la universidad de Iowa. Desde entonces radica en Estados Unidos donde es editor de Hispanic Poetry Review, única revista en el mundo dedicada exclusivamente a la crítica y reseña de poesía escrita en español.

Fuente de la biografía: http://spanish.monterrey.usconsulate.gov/press20040301.html  


EDUARDO ESPINA E ANTONIO MIRANDA NO
FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESIA DE MEDELLIN 2008


TEXTOS EN ESPAÑOL  /  TEXTOS EM PORTUGUÊS

LA PATRIA, UN OBJETO RECIENTE
(Aquí la vida hace como que existe)

La mortalidad de su materia es lo que
da para empezar: a punto de quedarse
deseada encuentra la perla y el apodo.
Vida como dádiva duradera, como ha
sido la del búfalo y detrás, la pantera.
Entre zancadas hasta cruzar la bruma
más allá del alba añadida a la persona
del paje que pregunta por el anfitrión.
A tiempo de tener lo que nunca nació,
la mañana derrama lebreles de brillo,
la letra que a la voz anuncia naciones,
nada más que la solución de siempre.
Llega la lluvia, la costumbre del agua
y el ocio que por cierto cae en desuso:
la luna en el heno hace a la planicie, el
invierno al venado que alcanza a ceder.
Por su hez ha sido el sitio disminuido,
en algo convertido como cuerno y ahí:
la flecha conocida al quedarse clavada,
el cuerpo dispuesto por la posibilidad.
Podría resumirse así: el margen de los
recuerdos origina con el gerundio y la
canción llevada al grazno del susurro.
Ciervo, hierba y loan luego al viento:
la casa encuentra el coto desconocido.
De toda su estatura hace sentir al cielo.
Duerme la piel a pesar de lo que pasa.
Los ojos dan por verdad a las palabras
las cosas buscan un lugar en la mirada.

 

 

 EL NIHILO

(La nada no sabe por qué)

 

La lírica del campo une los indicios,

una manera de querencia a querer el

apero del cuerpo pero recién su raza.

Queda, como corolario haría un año,

el principio perteneciente al paisaje.

No faltará al final dificultad infinita:

la belleza vendrá con dragones, verá

antes que venga la garúa a la unidad.

Hacia la excesiva inmortalidad de la

salamandra rueda natural, en cenizas

sale y asola la raya lacia del enigma.

Qué podría darse sino nombre antes

de melampos, de muestra de afectos

con ínfima mano siguiendo de largo.

Y duran lo que un lirio aún reunido,

lo que el aura oiría para que fuera él.

Lleva una vida su duración al jardín,

al ojal en las lilas sale seguidamente,

salva la voz por el bosque la quietud

de quienes mal se atreven a seguirla.

Será esa la inmensidad ¿de lo izado,

el intervalo de lábaros y la bandera

donde tal viento iba también antes?

Claro el clima a un costado al cabo

alababa la vaca con lado inefable y

tú, tema de mater conversa vestida

a los misterios que la muerte teme

hasta donde pudo vivir por delante.

Un ojo que podría haber sido hace

las paces, siente al iris con erizarlo,

rozando erraba al Sur nunca sabido.

Pero no todo fue tanto ni por estar

al atardecer mientras la trilla venía

enviando al país apilado, a la moza

que mal se asoma a la invisibilidad.

Va la ocarina al castor en esta causa,

alcanza el comienzo del cielo donde

falte acaso la boda al bosque debida

y de ida debía venir la vida dormida.

Hace rato que Occidente está quieto,

hace más de un sábado hizo un mes.

Trayendo edades diferentes, el reloj

regaña la blanca arenga por la cama,

junto al frijol, juntos, el general y la

gema: nadie intrigado para tratarlos.

Celajes, comisuras, unos con horas:

no decir nada, dejar la lengua vacía.

Por aquí el apero pende del empeño.

El silencio hace al azar a lo lejos, la

inexistencia de todas las otras cosas 

 

Extraídos de la Revista de Poesía PROMETEO, nos. 81-82, 2008.
Memorias del XVIII FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE MEDELLÍN

 

TEXTOS EM PORTUGUÊS

A VIDA, UM OBJETO RECENTE

Tradução: Claudio Daniel

A mortalidade de sua matéria é o que
dá para começar: a ponto de permanecer
desejada encontra a pérola e o apelido.
Vida como dádiva duradoura, como foi
a do búfalo e antes, a da pantera.
Entre largos passos até cruzar a bruma
além da alvorada somada à pessoa
do pajem que pergunta pelo anfitrião.
A tempo de possuir o que nunca nasceu,
a manhã derrama lebréis de brilho,
a letra que à voz anuncia nações,
nada mais que a solução de sempre.
Chega a chuva, a rotina da água
e o ócio que por certo cai em desuso:
a lua no feno faz a planície, o
inverno ao cervo que alcança a ceder.
Por sua imundície o lugar foi reduzido,
convertido em algo como corno e aí:
a flecha conhecida ao restar cravada,
o corpo disposto pela possibilidade.
Poderia resumir-se assim: a margem das
lembranças se origina com o gerúndio e a
canção levada ao crocitar do sussurro.
Cervo, erva e logo louvam ao vento:
a casa encontra o limite desconhecido.
De toda sua estatura faz sentir ao céu.
Dorme a pele apesar do que passa.
Os olhos tomam como verdade as palavras
as coisas buscam um lugar na visão.


O NIHIL
(O nada não sabe por quê)


             Tradução de Antonio Miranda

A lírica do campo une os indícios,
         uma forma de querência a pretender a
apeiragem do corpo mas recente sua raça.
Fica, como corolário faria um ano,
o princípio pertencente à paisagem.
Não faltará no final dificuldade infinita:
a beleza virá com dragões, verá
antes que venha a garoa à unidade.
À excessiva imortalidade da
salamandra desliza natural, em cinzas
sai e assola a raia lassa do enigma.
Que poderia acontecer senão nome antes
de melampos, de mostras de afetos
com ínfima mão seguindo ao largo.
E duram o que um lírio ainda reunido,
o que a aura ouviria para fosse ele.
Leva uma vida sua duração ao jardim,
à botoeira no lilás sai seguidamente,
salva a voz pelo bosque a quietude
dos que mal se atrevem a segui-la.
Será essa a imensidão do içado,
o intervalo de bárbaros e a bandeira
onde tal vento ia também antes?
Claro o clima a um lado ao cabo
louvava a vaca com lado inefável e
tu, tema de mater conversa vestida
nos mistérios que teme a morte
até onde pôde viver adiante.
Um olho que poderia ter sido faz
as pazes,sente a íris ao erguê-la,
roçando errava ao sul nunca sabido.
Mas nem tudo foi tanto nem por estar
ao entardecer enquanto a trilha vinha
enviando ao país amontoado, à moça
que apenas assoma à invisibilidade.
Via à ocarina o castor nesta causa,
alcança o começo do céu onde
falte acaso a boda ao bosque devida
e de ida deveria vir a vida dormida.
Há pouco que o Ocidente está tranqüilo,
faz mais de um sábado fez um mês.
Trazendo idades diferentes, o relógio
repreende a branca arenga na cama,
junto ao feijão, junto, o geral e a
gema: ninguém intrigado para tratá-los.
Céus, comissuras, alguns com horas:
não dizer nada, deixar a língua vazia.
Por aqui a apeiragem pende do empenho.
O silêncio faz a esmo ao longe, a
inexistência de todas as outras coisas.

               

Página publicada em julho de 2008




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