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Sobre Antonio Miranda
 
 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



AUGUSTO SACOTO ARIAS

(1907-1979)

 

 

nació en Azogues, el 18 de septiembre de 1907, inició sus estudios en la Escuela de "La Salle", para continuar en el Colegio "Juan Bautista Vázquez", en donde comenzó a exteriorizar sus primeros brotes poéticos, en el poema "Al Colibrí", así como su sensibilidad social, en su inspirada poesía "Al niño tullido de su barrio"; pero fue en su paso por el Normal "Manuel J. Calle" de esta ciudad y por la Universidad de Cuenca, cuando "se destaca por la brillantez de la metáfora posmodernista"; lector incansable de los literatos españoles de la Generación de 1927: García Lorca, Hernández, Alexander, que conciliaban con su afán renovador.

En busca de nuevos horizontes partió a Quito en donde terminó sus estudios de Jurisprudencia y Ciencias Sociales en la Universidad Central; trabó fraterna amistad con: Gonzalo Escudero, Jorge Carrera Andrade, Alejandro Carrión, José Alfredo Llerena, a quienes dedicó sus poemas; así como con Filoteo Samaniego "maestro de la crítica, rescatador de la obra de Sacoto Arias, a quien le debemos, -dice Edgar- el estudio profundo de la creación del inigualable poeta y el triunfo de su perennidad".

Partió a Buenos Aires como Secretario de la Embajada Ecuatoriana en la Argentina, en donde formó su hogar, a su retorno al país, trató de publicar su obra, carecía de los medios económicos para hacerlo, no tuvo éxito en sus gestiones y "se dedicó, -nos dice Humberto Vacas Gómez- a trajinar, a vender libros y conversar, y luego refugiarse en su silencio y terquedad". El espacio no permite transcribir los juicios emitidos por Benjamín Carrión, Hernán Rodríguez Casteló, Isaac J. Barrera, Antonio Sacoto y otros críticos literarios. Agradezco al amigo Lcdo. Edgar Palomeque, por el envío de esta nueva publicación de su autoría que rescata el valor y la memoria de este "poeta de los mayores", poco conocido e injustamente olvidado.

 

Fuente: www.elmercurio.com.ec  

 

He creído, pues, del caso rescatar la poesia intensa, deslumbrante y sin embargo sobria, precisa, descarnada de este gran lírico; rescatar el cuerpo perdido y presentarlo para tener al fín  uma clara idea de una obra de sobrada consistencia y de enorme valor”.  Filoteo Samaniego

 

“Su corta obra poética, apretada y densa, fue una muestra escueta y magnífica de cuanto pudo ofrecer a su tierra y a sus contemporáneos.”  Raúl Andrade

 

Poemas extraídos da obra Obras Completas de Augusto Sacoto Arias.  Estudio introductorio y recopilación de Filoteo Samaniego. Quito: Banco Central del Ecuador, 1993. 482 p. (Biblioteca e la Revista Cultura, IX) Volume gentilmente cedido pela Embaixada do Equador em Brasília.

 

 

TEXTOS EN ESPAÑOL   /   TEXTOS EM PORTUGUÊS

 

 

 

SACOTO ARIAS, Augusto.  Obras completas.  Quito: Ediciones del Banco Central del Ecuador, 1993.   480 p.    Diseño de la cubierta: Jaime Calderón.  ISBN 9978-72-239-4   

 

 

LECTURA PARA LAS VIDRIERAS URBANAS

 

Con el alba de nuestros ojos,

desde los arrabales cosidos al paisaje con un cordel de lágrimas,

venimos

en brigadas

para nutrir de oxigeno al pulmón de la urbe.

 

Allá

quedaron nuestras madres:

esquemas de la angustia en las rayas de tiza de sus canas.

Y junto a los jardines de la escuela,

mirando cómo envasan su tinta los geranios,

nuestros hermanos pequeñitos.

 

Los voceadores ciegos

llevan en sus carpetas la claridad del mundo.

 

Em esta alba

que trajo su perfume de un insomnio de frutas,

alcemos con el alma

una palabra inmensa hecha de aristas.

que un 1º de Mayo hizo arder como tea la rosa de los vientos,

que es carmin em los lábios de nuestras novias pálidas,

que es nuestro pan, nuestra agua y nuestra lámpara:

ίRevolución!

 

Un día

no seremos

ni este silencio en marcha ni este pulso aún dócil,

sino una campanada de veinte años

y una bandera roja.

Nuestra nueva canción

ha de desentronar sus párpados de pólvora.

Se ha de crispar el aire.

ίQue lo sepan desde hoy las vidrieras urbanas! 

 

 

ENCUESTA A LOS PUNTOS CARDINALES

 

Nadia:

El corazón me salta como un grillo

ante tus ojos que inauguran um kindergarten de luceros,

ante el alegre aturdimiento de las magnolias enfermeras,

ante la gran revista azul del Alba

que desde el primer día se há coleccionado

en la biblioteca de los ángeles.

 

Pero no olvidémonos de todo

mientras te dicte las preguntas

de una encuestra a los Puntos Cardinales

 

¿Por qué en los mares de la China

todavia los peces de colores

hacen soñar a los grumetes em que cada ola es un frutero?

 

¿Por qué toda pantera ciega

es solamente uma acuarela?

 

¿Por que el dueño de un huerto

en el último junio les dijo a las naranjas

que su mayor edade les permitia elegir cualquier clima?

 

¿Por qué los poetas pequeñitos de las ciudades de Groenlandia

Nunca nos han contado

que los tiernos ojos de las nutrias

son los últimos restos de sus leyendas de algas?

 

¿Por qué hasta hoy

ningún delicado historiador israelita

quiere descubrirnos la partida bautismal de la uva?

 

¿Por qué el mar condeno a los caracoles

a radiodifundir eternamente

la canción de las olas expatriadas?

 

Pero es inútil llegar com esta encueta

hasta la paz crucificada

de los cuatro Puntos Cardinales.

 

Hay que olividar todos los mapas

donde se orienta la Ternura,

hasta que en las gargantas encendidas

no madure el diamante de um nuevo himno...

 

Arrecia todavia

la lluvia amarga que no se predice en ningún calendário,

y que, sin embargo, es la historia íntegra

de cada estación de nuestros ojos.

 

Acaso mañana mismo, Nadia,

ya no podrá saludarnos el pordiosero de la esquina,

porque este instante se le agota

la tinta ideal de su pupila

del mismo modo que en tu pluma.fuente... 

 

                                                        1937 

 

 

 

TEXTOS EM PORTUGUÊS

Tradução de Antonio Miranda

 

 

LEITURA PARA AS VITRINES URBANAS

 

Com a alba de nossos olhos,

desde os subúrbios cosidos na paisagem com um cordel de lágrimas,

viemos

em brigadas

para nutrir de oxigênio o pulmão urbe.

 

Por lá

ficaram nossas mães:

esquemas da angústia nas listras de giz do cabelo grisalho.

E próximo aos jardins da escola,

olhando como envasilham sua tinta de gerânios,

nossos irmãos pequeninos.

 

Os pregoeiros cegos

levam suas capas a claridade do mundo.

 

Nesta Alba

que trouxe seu perfume da insônia das frutas,

alcemos com a alma

uma palavra imensa feita de arestas,

que um 1º de Maio fez arder como teia a rosa dos ventos,

que é carmim nos lábios de nossas noivas pálidas,

que é nosso pão, nossa água e nossa lâmpada:

Revolução!

 

Um dia

não seremos

nem este silêncio em marcha nem este pulso ainda dócil,

senão uma badalada de vinte anos

e uma bandeira vermelha.

Nossa nova canção

há de desentoar suas pálpebras de pólvora.

Há de crispar-se o ar.

Que o saibam desde hoje as vitrines urbanas!

 

                                                        Quito, 1935

 

 

ARGUINDO OS PONTOS CARDEAIS

 

Nádia:

Meu coração pulsa como um grilo

diante de teus olhos que inauguram um jardim de infância de luzeiros,

ante o alegre aturdimento das magnólias enfermeiras,

ante a grande revista azul da Alba

eu desde o primeiro dia foi colecionado

na biblioteca dos anjos.

 

Mas esqueçamos tudo

enquanto eu te faça as perguntas

de uma argüição aos Pontos Cardeais

 

Por que nos mares da China

todavia os peixes coloridos

fazem os grumetes sonharem que cada onda é uma fruteira?

 

Por que toda pantera cega

é somente uma aquarela?

 

Por que o dono de um horto

no último junho disse às laranjas

que sua maioridade lhes permitia escolher qualquer clima?

 

Por que os poetas pequeninos das cidades da Groenlândia

Nunca nos contaram

que os olhos ternos das lontras

são os últimos restos de suas lendas de algas?

 

Por que até hoje

nenhum delicado historiador israelita

pretende descobrir a certidão de batismo da uva?

 

Por que o ar condenou os caracóis

a radio-difundir eternamente

a canção das ondas expatriadas?

 

Mas é inútil chegar com esta argüição

até a paz crucificada

dos quatro  Pontos Cardeais?

 

Devemos esquecer todos os mapas

onde se orienta a Ternura,

até que nas gargantas acesas

não madure o diamante de um novo hino...

 

Aumenta ainda

a chuva amarga que não se prediz em calendário algum,

e que, no entanto, é a história integral

de cada estação de nossos olhos.

 

Por acaso amanhã mesmo, Nádia,

já não poderá saudar-nos o pedinte da esquina,

porque neste instante se esgota

a tinta ideal de sua pupila

assim tambéme em tua caneta tinteiro...

 

                                                                  1937

 

 

Página publicada em  março de 1937.



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