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Sobre Antonio Miranda
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



 

RAFAEL ALCIDES PEREZ

(1933)

 

Em uma antologia o poeta venezuelano Edmundo Aray se refere à poesia de Rafael Alcides como um "escândalo poético”. E é isso. Esta poesia toca as fronteiras de um Whitman, León Felipe, Drummond_de Andrade e Pablo Neruda, para ser em si original, descontraída, rica em surpresas em que o coração e a razão tentam se equilibrar. O conflito entre reflexão/emoção se encontra desde seus primeiros livros da década de 1960 (La pata de paio, 1967, é o melhor da época) até Agradecido como un perro (1983), com o qual obtém o Prêmio da Crítica. Alcides é também narrador e romancista, cujas obras se encontram, em sua maior parte, inéditas. Em 1988 publicou Y se mueren y vuelven y se mueren, e em 1990 Noche en el recuerdo. Este autor representa de forma completa a corrente coloquial.

 

Extraído de: VINTE POETAS CUBANOS DO SÉCULO XX. Seleção, prefácio e notas Virgílio Lopes Lemus. Tradução Alai García Diniz, Luizete Guimarães Barros.

Editora da UFSC, Florianópolis, Santa Catarina, Brasil, que republicamos com a autorização dos tradutores.

 

 

TEXTOS EN ESPAÑOL  / TEXTOS EM PORTUGUÊS

 

 

LA DOBLE IMAGEN

 

Ella está apenada pero ansiosa,

desnuda entre las sábanas.

Es la primera vez y tiembla.

Él es alto, joven

y te indica que abra aún más las piernas.

(iSe ve que tiene experiencia!)

Ella te obedece presta,

Arrebatada, y por momentos brama.

 

ÉI trabaja, se aferra;

ambos sudan, se extenúan

(isaben lo que están haciendo!)

Y por momentos, breves suspiro,

pequeñas glorias

que vuelan, que escapan, y algunas lágrimas.

 

Es doloroso, pero él sigue,

ágil, experto, con todo lo que sabe.

Ella cierra los ojos

y todo su cuerpo es una pera,

una gran pera tendida en la cama.

Y él, diestro, infatigable,

icon qué amor entre sus piernas!

 

Pasan diez, veinte, treinta,

cuarenta y cinco minutos (¡un tiempo horrible!)

Por fin se enciende el bombillito

allá afuera. (iHan pasado

diez mil anos!)

-iVarón! - anuncia la enfermera.

Entonces el padre enciende otro cigarro,

en tanto, allá dentro,

él le oprime el brazo,

ella cierra las piernas

y resplandece entre tas sábanas.

 

 

1964

         (De: Agradecido como un perro, 1983)

 

 

LA NARIZ

 

La nariz tiene condición de juez.

Al contrario del ojo izquierdo y del derecho, que han tomado

                                                                           partido,

la nariz, inescrutable, se mantiene en el centro

— con algo de espada o de martillo.

Imitándola, la boca.

Pero la boca es hipócrita:

sonríe a la izquierda y a la derecha.

 

        

         (De Y se mueren y mueren y mueren, 1988)

 

 

AGRADECIDO COMO UNPERRO

 

                   A mi hijo Rubén

 

Dentro de tres horas voy a cumplir 44 anos

y me recuerdo de mí mismo cuando pálido, en otro tiempo, cumplí los 30.

Con ese orgullo excesivo del que es todavía muy joven

lloré ese día de 1963, al llegar la noche, y cortando una flor

que introduje en un sobre y guardé con una foto,

silenciosamente dije adiós a la juventud. Fue como si al llegar

a una frontera remota me estuviera despidiendo de mí mismo.

Fue como dos soldados que habiendo hecho juntos una campaña muy larga tomaran de pronto por senderos diferentes

en la seguridad de no volverse ya nunca más a encontrar; y es de noche

y llueve todavía y el bosque está minado y a lo lejos

siguen tronando tos cañones del enemigo.

Fue como haber despertado de repente en medio de un planeta desconocido

y no saber aún cómo pudo suceder.

Fue como cumplir 30 anos

cuando nunca se habían cumplido 30 anos. Y adiós,

muchacho. Hasta siempre.

 

Hoy en cambio no le digo adiós a nada

ni a nadie digo adiós. Por el contrario:

hoy doy la bienvenida a todo lo que tengo

y a todo lo que soy.

No estoy alegre pero estoy contento.

He vivido. Me he quedado calvo

de vivir. Como las grandes cumbres que bate el huracán

en las alturas, me he quedado apenas con unas yerbitas calcinadas encima.

 

Fue la erosión de vivir.

No me quejo. Mías han sido el hambre

y la gloria de ya no pasar hambre.

En esa colosal superproducción de guerra con un final feliz

que ha sido la historia de mi vida,

he sacado mi papel

por lo menos lo mejor que pude.

No fue fácil. Además del papel de hijo de la cocinera

me dieron un corazón que hoy juzgo demasiado blando

pero un corazón con el que he llegado a encariñarme,

por lo que agradecido lo conservaré hasta que me muera.

Lo demás lo puso la Revolución,

lo demás lo puso la fortuna

y entre los dones de la fortuna

(sin olvidar aquel corazón), los amigos.

Porque a pesar de mi origen humilde,

algunos de los mejores amigos de la tierra

los he tenido yo; algunos (lo he dicho en otra parte)

casi tan buenos que se podrían comer.

Ellos fueron el hallazgo sorprendente de la noche

y las conversaciones en el camino. Después,

por último,

cuando ya cansado de escribir poemas por amores que pasaban

                            sin calmar mi eterna sed de eternidad

me habla entregado con dedicación sincera a mirar fijamente los astros,

apareció una tarde fisicamente en la tierra

Teresa.

No sé si la inventé o bajó Teresa

porque quiso

desde su constelación lejana.

Esta historia en todo caso me confirma

lo que ya habla sabido por mi abuela desde los anos de Barrancas:

“El secreto — decía mi abuela — consiste en desear,

desear profundamente hasta que la cosa suceda.”

Mucho he deseado yo en mi vida

y todo ello, poco a poco, a su debido tiempo

se ha ido cumpliendo.

Hasta el sueño de Teresa.

 

Y entonces

¿Para qué volver a escribir poemas de amor

si ha sido el poema en lo adelante

un acto material y cotidiano? Sin soledad que engañar,

hoy Teresa y yo nos comemos y nos bebemos el poema

hecho potaje y hecho café que es como alimenta,

y nos reímos de ver cómo se calientan en un jarro

o se fríen en una sartén con manteca

nuestras próximas Obras Completas.

Y de esta manera

cuando Teresa por la mañana barre

o se dispone a lavar las sábanas

o va con su plumero de jarcia sacudiendo los muebles,

no es el suyo entonces un trabajo

sino que es, para ambos, una lectura apasionada.

Por el solo hecho de haber participado de nuestra dicha del día anterior,

hasta las cucarachas muertas de cada mañana

son hoy partes del poema

que en casa vive, y versos invisibles

y por eso mismo más creíbles

el polvo cuando se acumula en las repisas

 y el tizne de las cazuelas.

Fue lo que vi en la casa sonada de mi infancia,

lo que después he visto en los hogares maduros

donde el acto no se deja sustituir por la palabra.

En Barrancas vivieron un hombre y una mujer que se amaron

                                                        hasta morir de viejos,

sin saber uno de los dos leer ni escribir.

Y no tenían aire acondicionado. Ni conocieron la televisión.

Para que nada falte en ese poema no contaminado de papel

ni estorbado por utensilios inútiles

donde azules y lilas hemos decidido envejecer Teresa y yo,

esperando estamos ahora un hijo cuya primera lección

será aprender él también a no convertir la dicha en literatura,

aunque sobre la dicha escriba; y la segunda,

aprender desde temprano a desear,

a desear con todo el corazón,

como sólo quien ha de morir alguna vez pudiera desear.

 

Y así,

ante la inminencia de la fecha

que en otro tiempo hubiera creído espantosa,

veo que mi suerte ha sido grande,

acaso demasiado grande para quien como yo nació en Barrancas

y le dieron en aquel film

al parecer el último de los papeles.

Como dijo Darío con tristeza: “¿Fue juventud la mía?”

Si por jóvenes entendemos ser o haber sido felices,

yo entonces he sido joven ahora por primera vez.

Y de esta manera

yo el extraviado de otro tiempo,

me siento como quien regresa adonde nunca había estado

pero donde sin duda faltaba, habiendo sido por ello mi aventura

mucho más maravillosa que la de Ulises.

Y ya se escuchan las campanas.

Es Ia dicha anunciando que todo un viaje de calamidades

fue para llegar a este día azul,

a esta edad magnífica,

a esta madurez del corazón,

a este país invisible pero blindado

donde, al fin, el azaroso viaje ha adquirido explicación.

EI pasado ya es cine, y por ello, sin rencores,

y si dejar con Teresa de seguir alimentando la candela

con versos que jamás se escribirán,

puedo decirme a mí mismo desde aquí,

con el juicioso entusiasmo de un joven con hijas ya mujeres:

                                                                           gracias,

gracias. Gracias a todos

por el bien y por el mal que me hicieron dar conmigo mismo.

Gracias. Feliz aniversario, padre, hijo, Alcides, criatura mía.

Nada turbe tu sueño. Con la Revolución, tus hijos, el mundo y

                                                                  tus amigos,

tuyos sean perpetuamente Teresa y la paz.

 

 

                            1977-1980

                            (De: Agradecido como un perro, 1983)

 

 

 TEXTOS EM PORTUGUÊS

Tradução: Alai García Diniz

Luizete Guimarães Barros.

 

A DUPLA IMAGEM

 

Ela sente mas está ansiosa,

nua entre lençóis.

É a primeira vez e treme.

Ele é alto, jovem

e lhe indica que abra ainda mais as pernas.

(Se vê que tem experiência!)

Ela lhe obedece rápida,

arrebatada, e por momentos brame.

 

Ele trabalha, se aferra;

ambos suam, se extenuam

(sabem o que estão fazendo!)

E por momentos, breves suspiros,

pequenas glórias

que voam, que escapam,

e algumas lágrimas.

 

É doloroso, mas ele continua,

ágil, experto, com tudo o que sabe.

Ela cerra os olhos

e todo seu corpo é uma pera,

uma grande pera estendida na cama.

E ele, destro, infatigável,

com que amor entre suas pernas!

 

Passam dez, vinte, trinta,

quarenta e cinco minutos (um tempo horrível!)

Afinal se acende a luz

lá fora. (Passaram-se

dez mil anos!)           

— É menino! — anuncia a enfermeira.

 

Então o pai acende outro charuto,

enquanto, lá dentro,

ele lhe oprime o braço,

ela cerra as pernas

e resplandece entre lençóis.

 

                   1964

 

                        (De: Agradecido como um perro, 1983)

 

 

O NARIZ

 

o nariz tem condição de juiz.

Ao contrário do olho esquerdo e do direito que tomaram partido,

o nariz, inescrutável, se mantém no centro

— com algo de espada ou de martelo.

Imitando-o, a boca.

Mas a boca é hipócrita:

sorri à esquerda e à direita.

 

         (De: Y se mueren y vue1ven y se mueren, 1988

AGRADECIDO COMO UM CÃO  

                   A meu filho Rubén

 

Daqui a três horas vou fazer 44 anos

e me lembro de mim mesmo tempos atrás, quando pálido fiz 30.

Com esse orgulho excessivo de quem ainda é muito jovem

chorei nesse dia de 1963, ao cair a noite, e cortando uma flor

que botei num envelope e guardei com uma foto,

silenciosamente disse adeus à juventude. Foi como se ao chegar

a uma fronteira remota estivesse me despedindo de mim mesmo.

Foi como dois soldados que tendo feito juntos uma campanha muito longa tomassem de repente veredas diferentes

na certeza de que não voltariam nunca mais a se encontrar, e é de noite

e chove ainda e o bosque está minado e ao longe

vão troando os canhões do inimigo.

Foi como ter despertado de repente no meio de um planeta desconhecido

e não saber ainda como isso pôde acontecer.

Foi como fazer 30 anos

como se eu nunca tivesse tido 30 anos. E adiós,

muchacho. Até nunca mais.

 

Hoje no entanto não digo adeus a nada

nem a ninguém digo adeus. Pelo contrário:

hoje dou as boas-vindas a tudo o que tenho

e a tudo o que sou.

Não estou alegre mas estou contente.

Vivi. Fiquei careca de viver.

Como nos grandes cumes onde bate o furacão

nas alturas, fiquei só com uma relvinha calcinada em cima.

 

Foi a erosão de viver.

Não me queixo. Foram minhas a fome

e a glória de não passar mais fome.

Nessa colossal super-produção de guerra com um final feliz

que tem sido a história de minha vida,

fiz meu papel

pelo menos o melhor que pude.

Não foi fácil. Além do papel do filho da cozinheira

me deram um coração que hoje julgo bastante mole

mas um coração com o qual cheguei a me enternecer,

e pelo qual agradecido conservarei até que morra.

O resto devo à Revolução.

O resto devo à sorte,

e entre os dons da sorte

(sem esquecer aquele coração), os amigos.

Porque apesar de minha origem humilde,

alguns dos melhores amigos da terra

juro que tive; alguns (já disse isso em outro lugar)

quase tão bons que daria pra se comer.

Eles foram o achado surpreendente da noite

e as conversas no caminho. Depois,

por último,

quando já cansado de escreve~ poemas por amores que

         passavam sem saciar minha eterna sede de eternidade

me entreguei com dedicação sincera a olhar fixamente os astros,

apareceu numa tarde fisicamente na terra

Teresa.

Não sei se a inventei ou se desceu Teresa

porque quis

desde sua constelação longínqua.

Esta história em todo caso me confirma

o que já sabia pela minha avó desde os anos de Barrancas:

"O segredo — dizia minha avó — consiste em desejar,

desejar profundamente até que a coisa aconteça.

"Muito desejei eu em minha vida

e tudo isso, pouco a pouco, em seu devido tempo

foi acontecendo.

Até o sonho de Teresa.

 

E então

para que voltar a escrever poemas de amor

se daí em diante tem sido o poema

um ato material e cotidiano? Sem solidão pra enganar,

hoje Teresa e eu comemos e bebemos o poema

feito sopa e feito café, que é como alimenta,

e rimos de ver como se esquentam num bule

ou se esfriam numa frigideira com banha

nossas próximas Obras Completas.

E desta maneira

quando Teresa varre de manhã

ou se dispõe a lavar os lençóis

ou vai com seu espanador sacudindo os móveis,

isso não é bem um trabalho seu

mas é, para ambos, uma leitura apaixonada.

Pelo simples fato de participar de nossa felicidade do dia anterior,

até as baratas mortas de cada manhã

são hoje partes do poema

que em casa vive, e versos invisíveis

e por isso mesmo mais verossímeis

o pó que se acumula nas estantes

e o negrume das caçarolas.

Foi o que vi na so$ada casa de minha infância,

o que depois vi nos lares maduros

onde o ato não se deixa substituir pela palavra.

Em Barrancas viveram um homem e uma mulher que se

                   amaram até morrer de velhos,

sem saber nenhum dos dois ler ou escrever.

E não tinham ar condicionado. Nem conheceram televisão.

Para que nada falte nesse poema não contaminado de papel

nem estorvado por utensílios inúteis

onde azuis e lilazes decidimos envelhecer Teresa e eu,

estamos esperando agora um filho cuja primeira lição

será aprender ele também a não converter a felicidade em

         _                                                       literatura,

ainda que sobre a felicidade escreva; e a segunda,

aprender desde cedo a desejar,

a desejar com todo o coração,

como só quem há de morrer alguma vez poderia desejar.

 

E assim,

diante da iminência da data

que em outra época acharia espantosa,

vejo que minha sorte foi grande,

talvez grande demais para quem como eu nasceu em Barrancas

e lhe deram naquele filme

pelo jeito o último dos papéis.

Como disse Darío com tristeza: ''Foi juventude a minha?"

Se por jovens entendemos ser ou ter sido felizes,

eu então fui jovem agora pela primeira vez.

E deste modo

eu o extraviado de tempos atrás,

me sinto como quem regressa de onde nunca tinha estado

mas de onde sem dúvida sentia falta, tendo sido por isso

                                                        minha aventura

muito mais maravilhosa que a de Ulisses.

E já se escutam os sinos.

E a felicidade anunciando que toda uma viagem de calamidades

foi para chegar a este dia azul,

a esta idade magnífica,

a este amadurecimento do coração,

a este país invisível mas blindado

onde, afinal, a imprevisível viagem adquiriu explicação.

O passado já é um filme, e por isso, sem rancores,

e com Teresa sem deixar de continuar a alimentar o candeeiro

com versos que jamais serão escritos,

posso daqui dizer a mim mesmo,

com o entusiasmo prudente de um jovem com filhas

                                               já mulheres: obrigado, obrigado.

Obrigado a todos

pelo bem e pelo mal com que me fizeram encontrar a mim mesmo.

Obrigado. Feliz aniversário, pai, filho, Alcides, criatura minha

Que nada turve teu sono. Com a Revolução, teus filhos, o mundo e teus amigos, sejam perpetuamente teus Teresa e a paz.

 

 

                            1977-1980

                            De: Agradecido como el perro, 1983  

  



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