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Sobre Antonio Miranda
 
 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

IGNACIO VERDUGO CAVADA

 

Ignacio Verdugo Cavada (Concepción, 12 de octubre de 1887-Santiago, 10 de abril de 1970) fue un abogado y poeta chileno.

Realizó sus estudios de Derecho en la Universidad de Chile de donde se graduó en 1910. Después de ejercer su profesión y desempeñar un cargo público hasta 1917, decidió, por razones de salud, residir en Mulchén y dedicarse a la agricultura hasta los años 1940. Luego se trasladó a vivir a la ciudad de Santiago donde finalmente fallece.

Su obra poética fue difundida en diversas revistas y periódicos. Aunque de una considerable producción literaria, donde destaca el poema «El copihue rojo» Escrita a muy temprana edad y con gran repercusión en la época (1905), un único libro fue publicado con el título El alma de Chile en 1961.

Biografía: es.wikipedia.org

 

TEXTOS EN ESPAÑOL  -  TEXTOS EM PORTUGUÊS

 

 

EL COPIHUE ROJO

 

 

Soy una chispa de fuego

que del bosque en los abrojos

abro mis pétalos rojos

en el nocturno sosiego.

 

Soy la flor que me despliego

junto a las rucas indianas;

las que, al surgir las mañanas,

en mis noches soñolientas

guardo en mis hojas sangrientas

las lágrimas araucanas.

 

Nací una tarde serena

de un rayo de sol ardiente

que amó la sombra doliente

de la montaña chilena.

 

Yo ensangrenté la cadena

que el indio despedazó,

la que de llanto cubrió

la nieve cordillerana;

 

yo soy la sangre araucana

que de dolor floreció.

 

Hoy el fuego y la ambición

arrasan rucas y ranchos;

cuelga la flor de sus ganchos

como flor de maldición.

 

Y voy con honda aflicción

a sepultar mi pesar

en la selva secular,

donde mis pumas rugieran,

donde mis indios me esperan

para ayudarme a llorar!...

 

 

 

EL COPIHUE ROSADO

 

En el doliente concierto

De la agonía   araucana

Yo soy como una campana

Que se halla tocando a muerte.

Bajo el boscaje desierto

Ve el indio en mi arrebol

Y , cuando enfermo de alcohol

Se  echa  a dormir en las quilas,

Yo le dejo en las pupilas

Una  mentira de sol.

 

Por mis pétalos risueños,

Donde una aurora  agoniza,

Corre la sangre  enfermiza

De los mapuches pequeños.

Todo el dolor de sus sueños

Lo  llevo yo en mi interior:

Por eso duda mi flor

Cuando en el bosque revienta,

Si soy lágrima sangrienta

O soy sangre sin color.

 

Brotada al pie del osario

De una raza ya sin vida,

Soy una aurora nacida

Para servir de sudario¡

Todo el bosque es un Calvario,

Parecen tumbas las cunas

Y, alumbrados por las lunas,

Como almas de indios errantes,

Lloran  los cisnes distantes

Al borde  de las lagunas.

 

Por eso mis flores muertas,

Al rodar por los senderos,

Tienen algo de luceros

Y algo de heridas abiertas;

Mas en las selvas desiertas

Valor yo al indio le doy,

Pues recordándole estoy

Con mi color tan extraño

Que  aun  corre sangre de antaño

Bajo las  lágrimas de hoy!...

 

 

COPIHUE BLANCO

 

Yo  llevo en mi alma entraña

de un cisne de la laguna,

yo soy un rayo de luna

que se extravió en la montaña....

 

La palidez que me baña

es palidez de dolor,

y si en mi diáfano  albor

hay algo triste y doliente,

¡  es por que  soy  solamente

una lágrima  hecha  flor.....

 

En mis  flores  cristalinas,

en las mañanas nubladas,

se esconden almendrentadas

las almas de las neblinas;

y, al pie de aquellas colinas

donde rodó el  español

Ante el último arrebol

que tiñe de rojo el cielo,

soy como un blanco pañuelo

que se despide del sol  !

 

Yo  floresco entre la brumas

donde,  ignorados y juntos,

lloran los  indios difuntos

y se lamentan los pumas...

Yo brillo coma haz de espumas

sobre el oscuro chamal,

y en la noche sin igual

de las  indígenas trenzas

quedan mis flores suspensas

como estrellas de cristal.

 

Olvidadas  y escondidas,

al borde de las barrancas

se agrupan mis flores blancas

como palomas dormidas...

Rayos  de estrellas perdidas

dan transparencia  a mi albor,

y si en mi triste color

el  rojo ya no resalta,

 

no es que la sangre me falta:

es que me sobra el dolor...

 

 

 

                   TEXTOS EM PORTUGUÊS
Tradução de OSVALDO ORICO

 

 

COPIHUE * VERMELHO

 

 

Eu sou uma chispa de fogo
que, entre os cardos do caminho,
abre as pétalas vermelhas
sob o nocturno sossego;
sou a flor que desabrocha
junto às ocas indianas,
a que, à luz das alvoradas,
nas alturas sonolentas,
guarda nas folhas sangrentas
as lágrimas araucanas.

 

Nasci nas tardes serenas
de um raio de sol ardente,
que amou a sombra dolente
das cordilheiras chilenas;
ensanguentei as cadeias
que o índio despedaçou,
as que de pranto nimbou

a nevada do altiplano:
eu sou o sangue araucano
que da dor desabrochou.

 

Minhas flores rubras são
como pupilas acesas:
ou como pontas de lanças
entre o pó das cavalgatas.
E quando, sem compaixão,
me arrasta o vento na relva,
eu sou um reflexo de alguém
que, em presságios, está vendo
não que a tarde vai morrendo
porém que a noite já vem.

 

Hoje que o fogo e a ambição
arrasam meus agasalhos,
minha flor cai de seus galhos
como rubra maldição;
e, com profunda aflição,
vou esconder meu pesar
entre a selva secular
onde o jaguar vocifera
e minha tribo me espera
para ajudar-me a chorar!....

    

 

 

 

COPÍHUE ROSADO

 

No doloroso concerto

da agonia araucana,

eu sou como a voz de um sino

que está dobrando a finados.

Sob o arvoredo deserto

vê o índio em mini o arrebol.

E, quando enfermo pelo álcool,

dorme sob as frondes altas,

eu lhe ponho nas pupilas

uma mentira de sol.

 

Em minhas pétalas róseas,
onde uma aurora agoniza,
dos indiozinhos mapuches
o sangue enfermo desliza.
Toda a angústia dê seus sonhos
eu trago na minha dor;
por isso duvida a flor,

quando ao bosque se apresenta,
se sou lágrima sangrenta,
ou serei sangue sem cor!...

 

Brotada junto do ossário
de uma raça já sem vida,
eu sou uma aurora nascida
para servir de sudário!
Parece o bosque um calvário;
parecem tumbas os berços;
e à claridade das luas,
como alma de índios errantes,
pranteiam cisnes distantes
junto à borda das lagoas.

 

Por isso, as flores incertas,
ao rolar pelos atalhos,
têm qualquer coisa de estrelas
porém nas selvas desertas
valor ao índio eu lhe dou,
pois a recordar-lhe estou,
com meu colorido vivo,
que inda existe sangue antigo
na lágrima que ficou.

 

 

 

COPIHUE BRANCO

 

 

Eu trago em mim a alma estranha

de um cisne numa lagoa;

sou como um raio de lua

extraviado na montanha...

A palidez que me banha

é a palidez de uma dor,

e, se em meu diáfano alvor

alguma coisa há de doente,

é porque sou, tão somente,

a lágrima feita flor!

 

Minhas flores cristalinas,
por estas manhãs nubladas,
escondem, amedrontadas,
almas plúmbeas das neblinas;
e, ao pé daquelas colinas,
onde caiu o espanhol,
diante do último arrebol
que tingiu de rubro o céu,
eu sou como um lenço ou véu
que se despede do sol!

 

Floresço por entre as brumas

onde, ignorados e juntos,

choram os índios defuntos

e se lamenta o jaguar.

Sou como um feixe de espumas

sobre uma tanga —o «chamal”,

e, na noite sem igual

das tranças índias, imensas,

ficam-me as flores suspensas

como estrelas de cristal.

 

Esquecidos e escondidos,
junto às margens dos barrancos,
se agrupam meus lírios brancos
quais pombos adormecidos...
Raios de estrelas perdidos
dão reflexo ao meu alvor;
e, se em minha triste cor
o vermelho não ressalta,
não é que sangue lhe falta:
é que lhe sobeja a dor!

 

 

 

*Copihue é a flor nacional do Chile. Dela há três espécies:
vermelha, rosada e branca.

 

 

Página publicada em março de 2019

 

 

 
 
 
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