| 
                   OLGA BRUZZONE DE BLOCH 
                    (1909-1996) 
                   
                    
                  Olga Bruzzone, nacida en La Paz (Bolivia), en 1909, fallecería en 1996  en Canadá. Dirigió la revista femenina Superación y  fue vocera de la Confederación Nacional de Instituciones Femeninas  (CONIF). Ganadora de varios premios literarios, es autora del poemario Hondo, muy  hondo (1960) y de  las novelas Tras la  cortina de incienso (1974)  y Torbellino de  horas, que obtuvo el Segundo Premio  «Erich Guttentag» en 1984.  
                    
                  TEXTO EN ESPAÑOL  -  TEXTO EM PORTUGUÊS 
                    
                          ALUMBRAMIENTO 
                  
                  
                            Asida fuertemente al leño de  la vida 
                      espero  la borrasca. 
                      La  olas se levantan 
                      y  con macabro ritmo sobre mi carne azotan. 
                      El  viento desenrosca su furia adormecida 
                      que  en rojas espirales mi cuero inerme hiere. 
                      El  agua desborda en mareja sorda, 
                      ahogando  el grito largo 
                      con  su sabor amargo. 
                             En mi cuerpo que aún flota, 
                      el  dolor de la vida sacude su ansia rota, 
                      de  la vida que atisba, que avisora y espera. 
                      que  se acerca y se asoma, que taladra y golpea, 
                      despedaza  y lastima y desgarrando llega... 
                             Asida fuertemente al leño de la vida 
                      soportó la borrasca. 
                             La olas se levantan 
                      y  con macabro ritmo sobre mi carne azotan. 
                             Y mis manos se aferran... 
                      y  mis fuerzas se agotan... 
                      es  la lucha incessante de la vida que aflora 
                      en  la  tremenda hora, 
                      con  la muerte que acecha 
                      y  que avarenta espera la piltrafa deshecha. 
                             Asida fuertemente al leño de la vida, 
                      hijo, 
                      presiento  la llegada. 
                             En mis sienes el tempo se detiene y  agranda 
                      y  se crispan mis membros sobre la espuma blanca. 
                             El mar embravecido de dolor se agiganta, 
                      ya  se acerca el momento,          
                      arrecia  la borrasca, 
                      el  viento serpentea trastornando la idea 
                      y  crece la tiniebla, más oscura, más densa 
                      en  la inquietude inmensa. 
                             La olas se levantan, se encrespan y  amenazan... 
                      y  mis ojos se cierran, y mi mente se opaca... 
                      y  la luz se deslie incolora en la sombra... 
                      y  mi pecho te implora, y mi labio te nombra... 
                             El mar embravecido de dolor se agiganta, 
                      y  las olas avanzan 
                      y  amenazantes chocan contra la dura roca 
                      y  salobres me queman la garganta y la boca. 
                             Asida fuertementre al leño de la vida 
                      presiento  la llegada... 
                      ya  mi cabeza insomne se quiebre desgajada.. 
                      ha  llegado la hora... 
                      tan  temida... y ansiada... 
                             La noche se desgarra... 
                             Tú... el hijo de mi carne... enciendes  la alborada...! 
                      
                   
                    
                  TEXTO EM PORTUGUÊS 
                  Tradução: Antonio Miranda 
                   
                   
                  
                    ALUMIAÇÃO 
                    Agarrada fortemente ao lenho  da vida 
                      espero  o temporal. 
                      As  ondas se elevam 
                      e  com macabro ritmo sobre minha carne açoitam. 
                      O  vento desembaraça sua fúria adormecida 
                      que  em rubras espirais meu corpo inerme fere. 
                      A  água desborda em marejada surda, 
                      afogando  o grito longo 
                      com  seu sabor amargo. 
                    Em meu corpo que ainda flutua, 
                      a dor da vida sacode sua ânsia  rota, 
                      da  vida que espreita, que alerta e espera, 
                      que  se avizinha e aproxima, que fura e golpeia, 
                      despedaça  e lastima e desgarrada chega... 
                    Agarrada fortemente ao tronco  da vida 
                      suportou  a borrasca. 
                    As ondas se elevam  
                      e  com macabro ritmo na minha carne açoitam. 
                    E minhas mãos se aferram... 
                      e  minhas forças de esgotam... 
                      na  luta incessante da vida que aflora 
                      na  tremenda hora. 
                      Com  a morte que espreita 
                      e  que avarenta espera a pelanca desfeita. 
                    Agarrado fortemente ao tronco  da vida, 
                      filho, 
                      pressinto  tua chegada. 
                    Em minha fronte o tempo se  detém e se amplia 
                      e  se enrugam meus membros sobre a branca espuma. 
                    O mar enfurecido de dor se  agiganta, 
                      já  se aproxima o momento, 
                      cresce  a borrasca, 
                      o  vento serpenteia transbordando a ideia 
                      e  a treva cresce, mais escura, mais densa 
                      na  inquietação imensa. 
                    As ondas se levantam, ameaçam  e encrespam... 
                      e  meus olhos fecha, e minha mente opaca... 
                      e  a luz se desfaz incolor na sombra, 
                      e  meu peito te implora, e meu lábio te nomeia... 
                    O mar raivoso de dor se  agiganta, 
                      e  as ondas avançam 
                      e  ameaçante se chocam com a dura rocha 
                      e  salobres me queimam a garganta e a boca. 
                    Agarrada fortemente ao tronco  da vida 
                      pressinto  tua chegada... 
                      e  minha cabeça insone se rompe 
                      chegou  a hora... desgarrada... 
                      tão  temida... e ansiada. 
                    A noite se desgarra... 
                    Tu... filho de minha carne...  acendes a alvorada...! 
                      
                   
                  Página publicada em março de  2019 
                     
                    
                
  |