| 
                   GUILLERMO BEDREGAL 
                  (1954-1954) 
                    
                  Guillermo Bedregal  García, nació en La Paz el 15 de enero de 1954 y pereció en un accidente  automovilístico el 26 de octubre de 1974 en la misma ciudad. Libros de poesia : La Palidez (1975) y Ciudad Desde la Altura (1980). En 2001  se reeditaron los anteriores y se agregó Empiezo  a visitarme. 
                    
                    
                  TEXTOS  EN ESPAÑOL   -   TEXTOS EM PORTUGUÊS 
                  Tradução: Antonio Miranda 
                    
                    
                    
                  Recogió  su fantasma 
                    
                  Recogió su fantasma en los relojes; 
                  después, se miró ardiendo en las uñas 
                  e intentó un retorno a tu pelo  desviado hacia el desfallecer 
                  de la oscuridad sobre la ciudad. 
                  La ceremonia empezó en un rincón 
                  donde algún pájaro dejó su sombra como  la basura, 
                  empezó y jamás finalizó, 
                  se quedó en el diálogo de un breve  horizonte, 
                  más cercano a lo viviente 
                  pero lejano del verdadero parpadear de  la tierra 
                  cuando empieza a mecerse hacia la  noche 
                  y va acercándose en frío hacia la  ciudad 
                  que espera tras de mi palpar, tras de  mi ver 
                  como un ladrido rasgando 
                  el principio antiguo que lleva la  niñez a mi silencio. 
                  Te rechazaste y rechazastes 
                  intentastes en el viento tu borrar 
                  partistes tus pómulos y los posastes  en la ceniza para que se fueran, 
                  te fuistes del brillo e intentastes  una habitación en las cosas 
                  te guardastes en la memoria 
                  y envolvistes con lo tocado la noche  que te quedaba por ver; 
                  entonces te encontré 
                  y estuve triste. 
                    
                    
                  Recolheu seu fantasma 
                    
                  Recolheu  seu fantasma nos relógios; 
                    depois, viu-se ardendo nas unhas 
                    e tento o retorno a teu pelo desviado até o desfalecer 
                    da escuridão sobre a cidade. 
                  A  cerimônia começou num canto 
                    onde algum pássaro deixou sua sombra como o lixo, 
                    começou e jamais finalizou, 
                    ficou no diálogo de um horizonte breve, 
                    mais próximo ao vivente 
                    mas distante do verdadeiro pestanejar da terra 
                    quando começar a agitar-se para a noite 
                    que espera detrás de meu tatear, depois de ver-me 
                    como um latido rasgando 
                    o princípio antigo que leva a infância ao meu silêncio. 
                    Me recusaste e recusastes 
                    tentastes no vento teu apagar 
                    partiste teus pômulos e posaste-os na cinza para que se fossem, 
                    deixaste o brilho e tentastes uma habitação das coisas 
                    te refugiastes na memória 
                    e envolvestes com o penteado a noite que te deixava a ver; 
                    então eu te encontrei 
                    e fiquei triste. 
                    
                    
                  FIN DE  FIESTA 
                    
                  A través del aire el pino desdentado se há difundido  
                                 en la soledad de las orquídeas 
                    y es um grito que se contrae antes de la alegría  
                          ahuecando para siempre la sangre, 
                    inundando de orifícios la respiración. 
                    
                  Por las calles alguien regressa de besar su  sombra 
                    y una mujer camina hacia el cementerio 
                    precedida de disfrazados que enfatizan en la piedra su olvido 
                  y huellas de pájaros aniquilados en alguna  acera: 
                    su alma en las humaredas con que agoniza la fiesta. 
                    
                  He deshorado el perfil del agua. 
                    En sus cenizas um rastro lunar cantaba como cantan los  
                                                                          adoquines y la tristeza. 
                    Intercambiando facciones a la espera de una huella que  
                                                         difunda  el en la basura, 
                    de uma niña donde depositar su identidade. 
                    Cantaban, lejos, lejos, 
                    desalojando a la música del viento; 
                    cantaban la sequedad de los contornos 
                    y esperaban la noche para esperar el día 
                    entre el tumulto de las habitaciones donde la muerte de  
                                                   alguienn  aún prevalecía 
                  empañando  los ojos y las ventanas 
                    sorprendiéndose en un abrazo tras las cortinas 
                    para mirar luego alejarse tras las arboledas 
                    los semblantes del afecto y de la muerte en busca de la vida. 
                  Tropezando  conmigo en los tejados 
                    e nos reflejos de alguna llovinza escapada del recuerdo 
                    en la altura donde germina el azul de la ciudad 
  — en las corrientes profundas del río, donde nace la voz de todo; 
                    en la fecundidade del frío cuando te mira donde algún rostro; 
                    desconociéndome en el ámbito de las cabelleras, 
                    a la búsqueda común de un umbral donde alojar el abandonos. 
                  Donde  prolongar la ausência luminosa del fuego, 
                    para encontrar un cuerpo 
                    que encuentre en mi cuerpo el lugar de la alegría, 
                    el clima para oler algún aroma de tus ojos 
                  después de reconocerme en cada espectro del fin de fiesta. 
                   
                   
                    
                            FIM  DE FESTA 
                   
                   
                            Através do ar o  pinheiro desdentado ampliou-se 
                                              na solidão das  orquídeas 
            e  é um grito que se contrai ante da alegria 
                                    cavando para sempre o sangue, 
            inundo  de orifícios a respiração. 
                             
                            Pelas ruas alguém regressa ao beijar  sua sombra 
            e  uma mulher caminha para o cemitério 
            precedida  de fantasiados que enfatizam em pedra seu olvido 
            e  rastros de pássaros aniquilados em alguma calçada: 
            sua  alma em fumaça com que a festa agoniza. 
             
                            Eu desfolhei o perfil da água. 
            Em  suas cinzas um rastro lunar cantava como cantam os  
                                                         paralelepípedos  e a tristeza. 
            Intercambiando  feições à espera de uma pegada que difunda 
                                         o  sol no lixo, 
            de  uma menina onde depositar a identidade. 
            Cantavam, distante, distante 
            desalojando  a música do vento; 
            cantavam  a secura dos contornos 
            e  esperavam a noite para esperar o dia 
            no  tumulto das habitações onde a morte de alguém 
                                          ainda  prevalecia 
            turvando  os olhos e as janelas 
            surpreendendo-se  em um abraço detrás das cortinas 
            para  mirar depois afastar-se pelo bosque 
            os  semblantes do afeto e da morte em busca da vida. 
                    
                            Tropeçando comigo pelos telhados 
            nos  reflexos de alguma garoa escapada da lembrança 
            na  altura onde germina o azul da cidade 
            —  nas correntes profundas do rio, onde nasce a voz de tudo; 
            na  fecundidade do frio quanto te olha desde algum rosto; 
            desconhecendo-se  no âmbito das cabeleira, 
            à  busca comum de um umbral onde alojar o abandono. 
                            Onde prolongar a ausência luminosa do  fogo, 
            para  encontrar teu corpo 
            que  encontre em meu corpo o lugar da alegria, 
            o  clima para farejar algum aroma de teus olhos 
            depois  de reconhecer-me em cada espectro do fim de festa. 
                    
                    
  
                    
                  Página  publicada em julho de 2016 
                   
                    
                    
 
                  
  |