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Sobre Antonio Miranda
 
 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ALFREDO VEIRAVÉ

(1928-1991)

 

Nació en Gualeguay, Provincia de Entre Ríos, en 1928. En 1957 se radicó en Resistencia, Chaco.1 Colaboró en las páginas literarias de El Territorio, de Resistencia; La Prensa, hasta los años 70; La Gaceta, de Tucumán y la capital de Rosario. Fue Premio Nacional de poesía "Leopoldo Lugones" y gran premio de Honor de la Fundación Argentina de la Poesía. En 1986 fue incorporado en la Academia Argentina de Letras como miembro correspondiente. Fue socio de la SADE (Sociedad Argentina de Escritores) Central y Chaqueña. Fue un poeta , ensayista y crítico literario, egresado como Profesor en Letras por la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE). Falleció en Resistencia, Provincia del Chaco, el 22 de noviembre de 1991. Fue un gran amigo de Guido Arnoldo Miranda. Su hija Delfina Veiravé es la actual Rectora de la Universidad Nacional del Nordeste. Su hijo Federico Veiravé es el actual Decano de la Facultad de Arte, Diseño y Ciencias de la Cultura. En homenaje a tan fructífera labor el 30 de octubre de 1992 se impuso el nombre de Alfredo Veirave a la Biblioteca Escolar del Complejo Educativo de nivel secundario- Bº San Cayetano.

Obras:   1951: El alba, el río y tu presencia; 1955: Después del Alba, el ángel.; 1960: El ángel y las redes.; 1965: Destrucciones y un jardín de la memoria.; 1970: Puntos luminosos.; 1974: El Imperio Milenario, Editorial Sudamericana.; 1976: La máquina del tiempo.;

1977: La máquina del mundo, Editorial Sudamericana.; 1980: Historia natural, Editorial Sudamericana.; 1985: Radar en la tormenta, Editorial Sudamericana.; 1990: Laboratorio Central.

 

Premios:  Faja de Honor de la SADE (1955). Premio Leopoldo Lugones de la SADE y el Fondo Nacional de las Artes (1960 y 1963). Gran Premio de Honor de la Fundación Argentina para la Poesía (1982).

 

 

TEXTOS EM ESPAÑOL   -   TEXTOS EM PORTUGUÊS

 

Extraído de

 

POESÍA SEMPRE  Ano I  - Número 1  -  Janeiro 1993
Rio de Janeiro: Ministério da Cultura. Fundação Biblioteca Nacional. Departamento Nacional do Livro.  ISSN 0104-0626   Ex. bibl. Antonio Miranda

 

Descubrimientos

 

colón no descubrió a esta mujer
ni se parecen sus ojos a las carabelas
jamás hizo vespucio un mapa de su pelo
nunca un vigía gritó tierra a la vista
— aunque vuelan gaviotas
         en las proximidades
              de su cuerpo
y en su continente se amanece cada día —
a esta mujer no la descubrió colón
sin embargo estaba en el oeste
era un lugar desconocido
y para encontrarla
hubo que andar mucho tempo
con una soledad azul en la cabeza

 

 

 

Poetizar, la más Inocente de Todas las Ocupaciones: Holderlin

 

El dia en que me levanté temprano

acuciado por un poema que me

daba vueltas en la cabeza desde las seis de la mañana

de un domingo de marzo

y me encerré en el estudio para escribirlo

y dar así al mundo ese temblor, ese desamparo, esa confesión púdica, ese grito en soledad, esa estructura fatal, esa pena rimada, esa

angustia dominical, etc., etc.

me ocurrió que la pluma parker había sido prácticamente

destrozada por la mucama al firmar la boleta del gas,
que los lápices de color que traje de Nueva York

los había llevado el perro para jugar y no había a mi alrededor ni plumas ni tintero ni leños en la chimenea ni memoria borgeana me dije desolado,

y así de pena en pena, como novio que ha sido abofeteado por la vecina de enfrente como una carroza fúnebre sin cadáver trajeado como un general húngaro sin caballería como un partido de fútbol suspendido por la lluvia como el censor público sin libros pornográficos como un avión jet sin turbinas o sin pasajeros como un divorcio sin reconciliación como una ametralladora sin terrorista como una rana sin charco como un ruido sin oreja como un beso de amor sin la otra boca como un señor muy formal sin las polainas como un día patético sin patetismo como una guerra atómica sin misiles como un idioma sin sustantivos como un parricida sin Picasso como un solista sin soledad como un mamboretá sin patas así, de pena en pena,

aquel día domingo me levanté temprano a escribir "el poema"

y tuve este pequeño inconveniente en la era industrial: no tenía plumas,

ni lapiceros, ni memoria, ni grabador ni nada silencioso para escribirlo, nada que poetizar por lo tanto,

(la máquina de escribir imposible porque hace mucho ruido cuando todos duermen) Solamente

esta frase de Cocteau que dicto de memoria:

¿Sabéis lo que pienso de lo serio? Es el comienzo de la muerte...

 

 

 

    TEXTOS EM PORTUGUÊS
Tradução de ANTONIO MIRANDA

 

 

         Descobrimentos

 

         colombo não descobriu esta mulher
         nem seus olhos se assemelham às caravelas

jamais vespucio fez um mapa de sua cabeleira
nunca um vigia gritou terra à vista
— embora as gaivotas voem
       nas proximidades

            de seu corpo
e em seu continente amanhece a cada dia —
no entanto estava no oeste

era um lugar desconhecido
e para encontrá-la
teve que andar por muito tempo
com uma solidão azul na cabeça
 

 

 

Poetizar, a mais Inocente de Todas as Ocupações: Holderlin

 

O dia em que me levantei cedo
inquieto por um poema que me
dava voltas pela cabeça desde as seis da manhã
de um domingo de março
e me encerrei no escritório para escrevê-lo
e dar ao mundo este tremor, esse desamparo, essa confissão
pudica, esse grito de solidão, essa estrutura fatal, essa pena rimada,
essa
angústia dominical, etc., etc.
me ocorreu que caneta parker havia sido praticamente
destruída pela empregada ao assinar a conta do gás,

que os lápis de cor que trouxe de Nova Iorque
o cachorro os havia levado para brincar e não havia arredor
                                                                  de mim nem
canetas nem tinteiro nem lenha da lareira nem memoria

                                                        borgeana
fiquei desolado,
e assim de pena em pena, como noivo que foi esbofeteado pela
vizinha de em frente, como uma carroça fúnebre sem cadáver 
                                                                            trajado
como um general húngaro sem cavalaria com um jogo de futebol
suspenso pela chuva como o censor público sem livros
 pornográficos como um avião a jato sem turbinas ou sem
                                                         passageiros com um
divórcio sem reconciliação como uma metralhadora sem
                                                         terrorista como
uma rã sem charco como um ruído sem orelha como um beijo
                                                                            de amor      

sem outra boca como um senhor muito formal sem as polainas

                                                                            como um
dia patético sem patetismo comouma guerra atômica sem

                                                                  mísseis como
um idioma sem substantivos como um parricida sem Picasso
                                                                            como um
solista sem soledade como um louva-a-deus sem patas assim
                                                                   de pena em
pena,
aquele dia domingo me levantei cedo para escrever "o poema"
e tive este pequeno inconveniente na era industrial: não tinha

canetas,

nem lapizeiros, nem memória, nem gravador nem nada
                                                         silencioso para
escrevê-lo, nada com que poetizar portanto,
(a máquina de escrever porque faz muito ruído quando
quando todos dormem) Somente
esta frase de Cocteau dito de memória:
Sabeis o que penso seriamente
? É o início da morte...

 

"La Gioconda" também conhecida como MONA LISA

 

 

TEXTO EN ESPAÑOL   -  TRADUÇÃO EM PORTUGUÊS

 

 

BARATARIA  Revista de Poesia.  Ano 7  Número Doble 14 - 15.  Buenos Aires: Fondo Cultura BA, Junio 2005.  ISSN 1668-1460
                                                          Ex. bibl. de Antonio Miranda 
  

 

"La Gioconda" também conhecida como MONA LISA 

 

                "LA GIOCONDA"

             
Pulcra fue aquí la luz; un golpe de pétalos acaso.
                La eternidad, el abrigo de sus desvelos.
                Su único recuerdo, el Renacimiento.
                Y circular y en ascenso como una espera,
                Heladamente cálida, sonriendo apenas: la
                Gioconda.
                Detrás un paisaje de espejismos como custodia.
                Arriaba, un paisaje de espejismos como custodia.
                Arriba, sobre Paris, erguidas criaturas en acecho,
                Y se oyó puro, rosa y gris, al silencio.
                Su contenida delicia.
                Sin embargo, no entendíamos qué le impedía llorar,
                Qué verdad,
                Qué sentido buscaba para decir esa sonrisa,
                Interminable, abierta, amanecida.
                Y en el Louvre
                Y olvidado de su progenitura
                Y lejos de todo desprendimiento, Leonardo,
                Y esa sonrisa común, cerrada, oscura,
                Definitiva, nuestra.
 

 

TRADUÇÃO EM PORTUGUÊS
por Antonio Miranda

 


             "LA GIOCONDA"

             
Pulcra fue aquí la luz; un golpe de pétalos acaso.
                La eternidad, el abrigo de sus desvelos.
                Su único recuerdo, el Renacimiento.
                Y circular y en ascenso como una espera,
                Heladamente cálida, sonriendo apenas: la
                Gioconda.
                Detrás un paisaje de espejismos como custodia.
                 Arriba, sobre Paris, erguidas criaturas en acecho,
                Y se oyó puro, rosa y gris, al silencio.
                Su contenida delicia.
                Sin embargo, no entendíamos qué le impedía llorar,
                Qué verdad,
                Qué sentido buscaba para decir esa sonrisa,
                Interminable, abierta, amanecida.
                Y en el Louvre
                Y olvidado de su progenitura
                Y lejos de todo desprendimiento, Leonardo,
                Y esa sonrisa común, cerrada, oscura,
                Definitiva, nuestra.

* 

              "LA GIOCONDA"

             
Pulcra era aquí a luz; um golpe de pétalas acaso.
                A eternidade, o abrigo de seus desvelos.
                Sua única lembrança, o Renascimento.
                E circular e em ascensão como uma espera,
                Geladamente cálida, sorrindo apenas: a
                Gioconda.
                Detrás uma paisagem de espelhismos como custódia.
                Acima, sobre Paris, erguidas criaturas em ascensão,
                E se ouviu puro, rosa e com cinza, o silêncio.
                Sua contida delícia.
                Mas, não entendíamos que o impedia de chorar,
                Que verdade,
                Que sentido buscava para exibir esse sorriso,
                Interminável, aberta, amanhecida.
                E no Louvre
                E esquecida a sua progenitura
                E longe de todo desprendimento, Leonardo,
                E esse sorriso comum, fechadp, escuro,
                Definitivo, nosso.

 

 

Página ampliada e republicada em fevereiro de 2023


                                                        

 

 

 

 

Página publicada em novembro de 2017


 

 

 
 
 
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