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Sobre Antonio Miranda
 
 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


JUAN CRISTÓBAL

JUAN CRISTÓBAL

(Seudónimo de José Pardo del Arco. Lima-Perú 1941)

Licenciado en Literatura por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Su obra ha merecido las siguientes distinciones: Premio Nacional de Poesía, 1971; Primer Premio Juegos Florales de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos,1973; Mención Honrosa de Poesía en el Concurso Casa de las Américas (Cuba),1973; Segundo premio en el Concurso Poesía y Canto para El Salvador, organizado por la Radio Venceremos, 1981; Mención Honrosa en el Concurso de Cuento Organizado por la Asociación Peruano-Japonesa, con el libro "Aguita'e Coco". Tercer premio en el concurso Premio Copé organizado por Petroperú el año 1997.

Se ha desempeñado como profesor en la  Universidad Nacional Mayor de San Marcos: Facultad de Educación; en la Universidad San Martín de Porres: Facultad de Ciencias de la Comunicación. Enseñó el curso de Introducción a la Literatura y Literatura Peruana del siglo XIX, en la Universidad Privada "María Inmaculada". Actualmente es profesor en el taller de poesía del Instituto Cultural José Carlos Mariátegui.  Fuente de la foto y biografia:  http://es.geocities.com/juancristobal2001 

TEXTOS EN ESPAÑOL   /  TEXTOS EM PORTUGUÊS 

De
Para olvidar a la muerte
Lima: Editorial Mantaro, 2001

REPUGNANCIA

reconocí  algunos motines
en las sombras nauseabuna de la cárcel /
vi a viejas hormiguitas pasearse
por la materia más Dulce y ponzoñosa de la sangre /
sentí que la desesperación se me venía abajo
igual que a los gusanos los helechos deleznables
de los muros /
supe de este modo (y no de otro)
cómo era la pubertad embriagadora del cadáver
la  impotencia del ladrón
ladrando en el ladrido imaginario de sus huellas
y pensando / obscenamente / como un niño torpe
y atontado
en los zaguanes agusanados del milagro /
padeci por todo esto y por todo aquello
y por  un buen rato  /  y por un intensísimo tiempo
los fulgores indesmayables del delirio
deshanciéndose en los abismos enloquecedores de
los dias.
es decir  / senti rasgar en mis entrañas
los ataúdes intoxicadas del palacio de justicia
los cuajos repugnantes de la higuera
y como no dependía del latido
sigiloso e inconfundible de mis manos
ni de la sensación mortal de la carroña
busque una dália entre los surcos
                            ensangrentados de mi cuerpo
para no escribir más sobre las mentiras
inescrutables de los ojos /
         envenenados en el água
devorándose (unos a otros) como perros en sus cuevas
y ensayando la inanición hasta el extremo
más aberrante y obcecado de la hoguera


ABISMOS

por un instante
la soledad del mendigo ahogándose en el alma /
antiguos animales
perdiéndose en la belleza ingenua y hastiada de
las aguas  /
la inocência del canario
observando la lejanía del olvido
la disidia y los signos martirizados de la calma  /
en qué luz  — me pregunto
y preguntan los amigos de la noche
         los viejos carniceros de los barrios
         gasfiteros desbaratados de las huacas
         (entre otros)
toca ahora despenãrse a los oleajes de la dicha
a las cascadas inexorables del invierno  /
dónde
         en qué sol acurrucarse  /
         en qué piedra remirse  /
         en qué sombra reclamada del escombro  /
         en qué cántaro empobrecido de los cuartos  /
         en cuál melancolia imposible de los hijos   /
tal vez  /  nada de esto
en esta tarde llena de papayas podridas en la arena
se vea envuelto entre las viejas mariposas
ahorcadas del sentido
y la felicidad no sea más que un poco de hierba
maloliente
en el batán negro y malicioso de los huertos
ya que estos cuerpos
                            sin alma y si instinto
y crepitando  peor que manzanas verdes en las
hondadas de la tierra
se ven asfixiados en el horizonte de los gritos
por las nubes desgañitadas del abismo
donde toda voluntad se parece
                                      imperceptiblemente
a los maderos destruídos por las neblinas en los
puentes  /
sin embargo  /  la sed y los ojos
de los inexplicablemente degollados por las
sombras
         alocadas y milagrosas del otoño
anuncian fechas inentendibles
como columnas aclamadas y rezagadas de rocío
sin outra esperanza
(tan amplia y duradera como estos años en las
celdas)
que ser la belleza compulsiva
capaz de envolver
         resignaciones y duraznos
                   como espacios intransitables en el água

 

TEXTOS EM PORTUGUÊS
Tradução de Antonio Miranda

 

De
Para olvidar a la muerte
Lima: Editorial Mantaro, 2001

REPUGNÂNCIA

reconheci alguns motins
nas sombras nauseabundas do cárcere  /
vi  as velhas formiguinhas passeando
pela matéria mais doce e peçonhento do sangue  /
senti que o desespero me desmoronava
tal como os vermes nas trepadeiras desagregáveis
dos muros  /
soube dessa maneira (e não de outra)
como seria a puberdade embriagante do cadáver
a impotência do ladrão
ladrando no latido imaginário de suas pegadas
e pensando  / obscenamente  / como um menino torpe
e estonteado
nos saguões larvados do milagre  /
padeci por tudo isso e por tudo aquilo
e por um bom tempo  /  e por um intensíssimo tempo
os fulgores indesmaiáveis do delírio
desfazendo-se nos abismos enlouquecedores
dos dias.
quer dizer  /  senti rasgar em minhas entranhas
os ataúdes intoxicados do palácio da justiça
os coalhos repugnantes da figueira
e como não dependia do latejo
sigiloso e inconfundível de minhas mãos
nem da sensação morta da carniça
busquei uma dália entre as dobras
                                      ensangüentadas de meu corpo
para não escrever mais sobre as mentiras
inescrutáveis dos olhos  /
         envenenados na água
devorando-se (uns aos outros) como cães em suas covas
e ensaiando a inanição até o extremo
mais aberrante e obcecado da fogueira


ABISMOS

por um instante
a solidão do mendigo afogando-se na alma  /
antigos animais
perdendo-se na beleza ingênua e enfastiada
das águas  /
a inocência do canário
observando a lonjura do olvido
o dissídio e os signos martirizados da calma  /
em que luz?  — me pergunto
e perguntam os amigos da noite
         os velhos açougueiros dos bairros
         os bombeiros desbaratados dos esconderijos
         (entre outros)
cabe agora despenhar-se nas vagas da fortuna
às cascatas inexoráveis do inverno  /
onde?
         em que sol encolher-se
         em que pedra remir-se
         em que sombra resgatada do escombro  /
         em que cântaro empobrecido dos quartos  /
         em qual melancolia impossível dos filhos  /
talvez  /  nada disso
nesta tarde plana de papaias podres na areia
se veja envolta entre as velhas mariposas
enforcadas de sentido
e a felicidade não seja mais que um pouco de erva
malcheirosa
no pisão negro e malicioso dos hortos
já que estes corpos
                            sem alma e sem instinto
e crepitam pior que maçãs verdes nas
profundas da terra
se acham asfixiados no horizonte dos gritos
pelas nuvens desentoadas do abismo
onde toda vontade se parece
                                      imperceptivelmente
às madeiras destruídas pelas neblinas nas
pontes  /
no entanto  /  a sede e os olhos
dos inexplicavelmente degolados pelas
sombras
         aloucadas e milagrosas do outono
anunciam datas incompreensíveis
como colunas aclamadas e proteladas do rocio
sem mais esperança
(tão ampla e duradoura como estes anos nas
celas)
do que ser beleza compulsiva
capaz de envolver
         resignações e pêssegos
                   como espaços intransitáveis na água

 

Página publicada em dezembro de 2008


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