GASTON  BAQUERO 
                    (1918 - 1997) 
                      
                      
                    Surgiu na poesia cubana na  década de quarenta, integrado ao grupo Orígenes, em cujo âmbito publicou seus primeiros livros: Poemas (1942) e Saúl sobre la espada (1942). Ensaísta e  jornalista, radicado na Espanha desde 1959, foi ganhando espaço dentro da  lírica em língua espanhola por sua poesia conceitual, cheia de referências  culturais. 
                      
                    Gastón Baquero foi chefe de  redação do Diario de la Marina, jornal  da direita cubana. Seus outros livros conhecidos são Poemas escritos en España (1960), Memorial de un testigo (1966) e Magias e invenciones (1984). Neste  último reúne o melhor de sua obra poética que o situa entre as principais  figuras da lírica cubana deste século. Seu último livro foi Poemas invisibles (1991).               Virgilio López Lemus  
                      
                      
                    TEXTOS EN ESPAÑOL  / TEXTOS EM PORTUGUÊS 
                      
                      
                    EL HEROE 
                      
                    El héroe pasó su vida a  caballo.  
                    Su esposa misma creía que  él era un Centauro.  
                    Sus hijos creyeron  siempre que su padre era un Centauro .  
                    Sus compañeros de armas  le llamaban el Centauro.  
                    Pues nadie, nunca, le  había visto sino a caballo.  
                    Montado día y noche, ano  tras ano, cabalgando en su caballo, 
                     como un Centauro.  
                      
                    El héroe llegó a viejo y  nunca descendió de su caballo.  
                    “Es el Centauro” decían  los nuevos soldados, con envidia.  
                    “Es el Centauro”, decían  tas novias llenas de pena por sus años.  
                    Pero el viejo héroe se  mantenía erguido en su caballo,  
                    y nadie pudo nunca, ni  por dormir ni por nada,  
                    verle descendido de su  hermoso caballo de pelea,  
                    como un Centauro.  
                      
                    Y el héroe un día aceptó,  él también, morir, pero a caballo.  
                    Fue llevado a su tumba  encima de su caballo, como viviera,  
                    pues ni aún después de  muerto quiso dimitir de su existencia.  
                      
                    Y ahora seguimos  viéndole, en medio de la plaza, heroico, 
                    en ese monumento que niños  y palomas toman por viviente.  
                    Erguido está en su  caballo, el héroe de siempre, aquel Centauro.  
                    Cuyos hijos no le vieron  sino a caballo, cuya esposa misma  
                    no llegó a enterarse  nunca si aquel a quien amaba  
                    era un hombre a caballo,  o era un Centauro.  
                      
                    1965  
                    (De: Magias e invenciones, 1984)  
                      
                      
                      
                    NOCTURNO LUMINOSO  
                      
                    Music I heard with you was more  than music,  
                    and bread I broke with you was more  than bread.  
                    CONRAD AIKEN  
                      
                    Como  un mapa pintado de violento amarillo sobre una pared gris,  
                    como  una mariposa aparecida de súbito en medio de los niños en el aula, 
                    inesperadamente  así,  
                    cuando  es más noche la noche de los ciegos extraviados en el laberinto, 
                    puede  aparecer de pronto una figura humana que sea como un cirio  
                    dulcemente encendido,  
                    como  el sol personal, o como el recuerdo de que hay también estrellas y hermosura,  
                    y algo  bello cantando todavía entre las viejas venas de la tierra.  
                      
                    Como  un mapa o como una mariposa que se queda adherida en un espejo, 
                    la  dulce piel invade e ilumina las praderas oscuras del corazón; 
                    inesperadamente  así, como la centella o el árbol florecido,  
                    esa piel  luminosa es de pronto el adorno más bello de una vida,  
                    es la  respuesta pedida largamente a la impenetrable noche: 
                    una llama  de oro, un resplandor que vence a todo abismo,  
                    un  misterioso acompañamiento que impide la tristeza.  
                      
                    Como un mapa o como una  mariposa así de simple es amar,  
                    iAdiós a las sombras, a  tos días ahogados de hastío, al girovagar la Nada!  
                    Amar es ver en otra  persona el cirio encendido, el sol manuable y personal  
                    que nos toma de la mano  como a un ciego perdido entre lo oscuro, 
                    y va iluminándonos por el  largo y tormentoso túnel de tos días, 
                    cada vez más radiante,  
                    hasta que no vemos nada  de lo tenebroso antiguo,  
                    y todo es una música  asentada, y un deleite callado, 
                    excepcionalmente feliz y  doloroso a un tiempo,  
                    tan niño enajenado que no  se atreve a abrir tos ojos, ni a pronunciar una palabra, 
                    por miedo a que la luz  desaparezca, y ruede a tierra el cirio,  
                    y todo vuelva a ser noche  en derredor  
                    la noche interminable de los ciegos. 
                      
                      
                      
                    Extraídos de VINTE POETAS CUBANOS DO SÉCULO XX;  seleção, prefácio e notas de Virgilio López Lemus. Trad. Alai Garcia Diniz,  Luizete Guimarães Barros.  Florianópolis:Editora de UFSC, 1995.  
                      
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                    Unión  LIBRE                                                          www.unionlibre.rakumin.org/  
                      
                    Editorial       La      Draga y        el       Dragón 
                    Colección  El Pulpo de la distancia 
                    Curandero  y fotografías 
                    Enrique  Hernández-D'Jesús 
                      
                    No. 339/51/73 - 11  de marzo de 2012-  2 de julio de 2012 
                    21  de mayo de 2017 
                      
                      
                    MANOS 
                      
                    ¿Irías  a ser ciega que Dios te dio esas 
                    manos? 
                    Te  pregunto otra vez. 
                     Vicente Huidobro 
                      
                      
                             Me  gustaría cortarte las manos con un serrucho de 
                     oro. 
                    O  quizás fuera mejor dejarte las manos en su sitio 
                    Y  rodearte todo el cuerpo con una muralla de ce- 
                     mento, 
                    Con  sólo dos agujeros precisos 
                    Para  que ellos sacases las manos a que aleteasen, 
                    Como  palomas o como prisioneros de un rey impla- 
                     cable. 
                    Tus  manos estarían bien guisadas con tiernos espá- 
                     rragos, 
                    Doradas  lentamente al horno de la devoción y del 
                     homenaje; 
                    Tus  manos servidas por doncellas de cofias verdes, 
                    Trinchadas  por Trimalción con tenedores de zafiro. 
                    Porque  después de todo hay que anticiparse a la 
                     destrucción, 
                    Destruyendo  a nuestro gusto cuanto amamos: 
                    Y  si tus manos son lo más hermoso de tu cuerpo, 
                    ¿Por  qué habíamos de dejar que pereciesen enveje- 
                     cidas, 
                    Sarmentosas  ya, horripilantes manos de anciano gene- 
                     ral o magistrado? 
                    Procedamos  a tiempo, y con cautela: un fino polvo de 
                     azafrán, 
                    Unas  cucharaditas de aceites de la Arabia perfumante, 
                    Y  el fuego, el fuego santificador, el fuego que 
                     perpetúa la belleza. 
                    Y  luego tus manos hermosísimas ya rescatadas para 
                     siempre, 
                    Empanizadas  y olorosas al tibio jerez de las cocinas: 
                    ¡Comamos  y salvemos de la muerte, comamos y 
                     cantemos¡ 
                    ¿Irías  a ser ciega que Dios te dio esas manos? Creo 
                     que sí. 
                    Por  eso te suplico pases por el verdugo mañana a las 
                     seis en punto, 
                    Y  dejes que te cercene las manos prodigiosas: salvadas 
                     quedarán, 
                    Habrá  para ellas un altar, y nos reiremos, nos reiremos 
                     a coro, 
                    De  la cólera inútil de los dioses. 
                     
                     
                      
                      
                    MÃOS 
                      
                    Irias  ser cega que Deus te deu essas 
                      mãos? 
                      Te indago uma vez mais. 
                              Vicente Huidobro 
                      
                             Quisera cortar-te as mãos com um  serrote de 
           ouro. 
           Talvez  seria melhor deixar as mãos em seu próprio lugar 
           E  cercar teu corpo inteiro com uma muralha de ci- 
           mento, 
           Com  apenas dois furos exatos 
           Para  que eles saquem as mãos com que adejem, 
           Como  pombos ou como prisioneiros de um rei impla- 
           cável. 
           Tuas  mãos estariam bem guisadas com  tensros  aspar 
           gos, 
           Douradas  lentamente no forno da devoção e da 
           homenagem; 
           Tuas  mãos servidas por donzelas de coifas verdes, 
           Fatiadas  por Trimalción com garfos de safira. 
           Porque  depois de tudo temos que anteciparnos da 
              destruição, 
           Destruindo  como queiramos quanto amamos:  
           E  se tuas mãos são o mais belo de teu corpo, 
           Por  que haveríamos de de permitir que parecessem enve- 
           lhecidas, 
           Sarmentosas  então, horripilantes mãos de ancião ge- 
              ral ou magistrado? 
           Procedamos  a tempo, e com cautela: um pó fino de 
              açafrão, 
           Umas  colherzinhas de azeite perfumante da Arábia, 
           E  o fogo, o fogo santificador, o fogo que 
           perpetua  a beleza. 
           E  então tuas mãos belíssimas já resgatadas par 
              sempre, 
           Tapadas  e oleosas de suave xerez das cozinhas: 
           Comamos  e salvemos da morte, comamos e 
              cantemos! 
           Irias  ser cega que Deus te deu essas mãos? Penso 
              que sim. 
                             Por  isso te suplico passes pelo verdugo amanhã às 
              seis em ponto, 
           E  deixes que te cerceie as mãos prodigiosas: salvas 
             ficarão, 
           Haverá  para elas um altar, e nos riremos, nos riremos 
              em coro, 
           Da  cólera inútil dos deuses. 
                      
                      
                      
  
                    
                      
                      
                    TEXTOS EM PORTUGUÊS  
                    Traduções de   
                    Alai Garcia Diniz e Luizete Guimarães Barros   
                      
                      
                     O HERÓI 
                      
                    o herói passou sua vida a cavalo.  
                    Até sua esposa achava que ele era um Centauro.  
                    Seus filhos sempre achavam que seu pai era um Centauro.  
                    Seus companheiros de armas o chamavam de Centauro.  
                    Porque ninguém nunca o havia visto senão a cavalo.  
                    Montado dia e noite, ano após ano, cavalgando em seu cavalo,  
                    como um Centauro.  
                      
                    O herói chegou à velhice e nunca desceu de seu cavalo.  
                    ''É o Centauro", diziam os novos soldados, com inveja.  
                    ''É o Centauro", diziam as namoradas cheias de pena por sua  idade.  
                    Mas o velho herói se mantinha erguido em seu cavalo,  
                    e ninguém nunca pôde nem pra dormir nem pra nada,  
                    vê-lo desmontado de seu formoso cavalo de batalha, 
                     como um Centauro.  
                      
                    E o herói um dia aceitou, ele também, morrer, mas a cavalo.  
                    Foi levado a sua tumba em cima de seu cavalo, como vivera,  
                    pois nem mesmo depois de morto quis abdicar da sua existência.  
                      
                    E agora continuamos a vê-lo, no meio da praça, heróico,  
                    nesse monumento que crianças e pombas acham que é vivo.  
                    Erguido está em seu cavalo, o herói de sempre, aquele Centauro.  
                    Cujos filhos não o viram senão a cavalo, cuja própria esposa 
                    não chegou nunca a saber se aquele a quem amava  
                    era um homem a cavalo, ou era um Centauro.  
                      
                    1965  
                    (De: Magias e invenciones,  1984)  
                      
                      
                      
                    NOTURNO ILUMINADO  
                      
                    Music I heard with you was more than music,  
                    and bread I broke with you was more than bread.  
                    CONRAD  AIKEN  
                      
                    Como um mapa pintado de amarelo berrante sobre uma parede cinza,  
                    como uma borboleta que aparece de súbito no meio das crianças na  classe,  
                    assim inesperadamente  
                    quando é mais noite a noite dos cegos extraviados no labirinto, 
                    pode aparecer de repente uma figura humana que seja como  
                    um  círio docemente aceso,  
                    como o sol pessoal, ou como a lembrança de que há também estrelas e  formosura,  
                    e algo belo ainda cantando entre as velhas veias da terra.  
                      
                    Como um mapa ou como uma borboleta aderida a um espelho,  
                    a doce pele invade e ilumina as pradarias escuras do coração;  
                    assim inesperadamente, como a centelha ou a árvore florida, 
                    a pele luminosa é de repente o adorno mais belo de uma vida,  
                    é a resposta pedida largamente à impenetrável noite: 
                    uma chama de ouro, um resplendor que vence todo abismo,  
                    um misterioso acompanhamento que impede a tristeza.  
                      
                    Como um mapa ou como uma borboleta assim tão simples é amar,  
                    Adeus às sombras, aos dias afogados no tédio, a perambular no Nada!  
                    Amar é ver em outra pessoa o círio aceso, o sol manejável e pessoal  
                    que nos toma pela mão como um cego perdido no escuro,  
                    e vai nos iluminando pelo longo e atormentado túnel dos dias,  
                    cada vez mais radiante,  
                    até que não vemos nada do passado tenebroso,  
                    e tudo é uma música afinada, e um deleite calado,  
                    excepcionalmente feliz e doloroso ao mesmo tempo,  
                    tão criança alienada que não se atreve a abrir os olhos, nem a pronunciar  uma palavra,  
                    com medo de que a luz desapareça, e o círio caia por terra,  
                    e tudo volte a ser noite ao redor  
                    a  noite interminável dos cegos.  
                      
                      
                      
                    Extraídos de VINTE POETAS CUBANOS DO SÉCULO XX;  seleção, prefácio e notas de Virgilio López Lemus. Trad. Alai Garcia Diniz,  Luizete Guimarães Barros.  Florianópolis:Editora de UFSC, 1995.   
                    
                   
                     
                  
                    
                      
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                  CON UN MISMO FUEGO.  POESÍA CUBANA. Selección de Aitana Alberti.      Torremollinos, Málaga, España: Litoral  Ediciones UNESCO, 1997.  (Colección  UNESCO –OBRAS REPRESENTATIVAS)    223 p.  ilus. col. Poretada:? Lorenzo Saval – Incluye un folleto con la poesía de Francisco  Fortuny: El agua en la boca (Litoral /Suplemento 4)  ISBN 92-3-30457-7        Edição especial da  revista LITORAL Revista de la Poesía, el Arte y el Pensamiento.  
                                                                         Ex. biblioteca de Antonio Miranda 
                     
                                                 
                            Relaciones y epitafio de Dylan Thomas 
                     
                           Era como un  biznieto de Frederico Nietzsche. 
                            Era el acólito predilecto de  Georges Sorel. 
                            Era como el sobrino de Ernesto  Hemingway. 
                            Era el niño que lee Sprengler en  lugar del Evangelio. 
                            Era como el novio de Arturito Rimbaud. 
                            Era el valet de chambre de  Isidore Ducasse. 
                            Era el kínder compañero de Capore  y de James Dean. 
                            Era el office boy de Arturo  Strindberg. 
                            Era el peor recuerdo de Oscar  Wilde en París. 
                            Era el robafichas de Dostoiewski  en Badem Baden. 
                            Era el firma manifiestos de John  Osborne. 
                            Era hijo secreto de Gertrude  Stein y Bertolt Brecht. 
                            Era cliente fijo de Freud y de  María Bonaparte. 
                            Era el pianista favorito de Béla  Bartók. 
                            Era de los teen-agers que la  noche cuelga en la 42. 
                            Era taquígrafo de Henry Miller y  de Ezra Pound. 
                            No nació en Gales: nació en un  cuento de Williams, 
                                                                                         Tenessee. 
                     
                            Y con todo eso, un día, ¡chas! 
                            Los bosques de Escocia sintieron  caer un árbol 
                   
          Que había sido muy remecido por  el ventarrón de la 
                                                                           poesía. 
          Y aquí yace, cubierto por la  espuma de la cerveza 
          Y ahogado por la amarguísima  leche de la vida, 
          Aquí yace, Dylan Thomas. 
                    
                         El  hombre habla de sus vidas anteriores 
                     
         Cuando yo era un pequeño pez, 
          cuando sólo conocía las aguas del  hermoso mar, 
          y recordaba muy vagamente haber  sido 
          un árbol de alcanfor en las  riberas del Caroní. 
   
          Después, cuando mi destino me  hizo 
          reaparecer encarnado en la  lentitud de un leopardo, 
          viví unos claros años de vigor y  de júbilo, 
          conocí los paisajes perfumados  por la flor del abedul 
          y era feliz. 
   
          Y todo el tiempo que fui 
          cabalgadura de un guerrero en  Etiopía, 
          luego de haber sido el tierno  bisabuelo de un albatros, 
          y de venir de muy lejos diciendo adiós a mi  envoltura 
         de sierpe cascabel, 
         yo era feliz. 
   
         Mas sólo cuando un día 
         desperté gimoteando bajo la piel  de un niño, 
          comencé a recordar con dolor los perdidos paisajes, 
         lloraba por aquellos perfumes de  mi selva, y por el 
                                                                           humo 
         de las madera balsémicas del  Indostán. 
         Y bajo la piel de humano  
         ya llevo tanto sufrido, y tanto, y  tanto, 
         que sólo espero pasar, y  disolverme de nuevo, 
         para reaparecer como un pequeño  pez, 
         como un árbol de las riberas del  Caroní, 
         como un leopardo que sube al  abedul, 
         o como el antepasado de una  arrogante ave, 
         o como el apacible dormitar de la  serpiente  
                                                       junto al río, 
         o como esto o conto como otro, ¿o  por qué no?, 
         como una cuerda de la guitarra  donde alguien, 
         sea quien sea, 
         toca interminablemente una danza  que alegra 
                                                        de igual modo 
         a la luna y al sol. 
                   
                     
         Nureyev 
           
          Coriolano mi perro  leyó en el Times 
          la muerte de Nureyev. Como lleva  tanto tiempo 
          el bailarín viviendo entre  nosotros 
          (un póster de su figura cubre una  astilladura de cristal 
          en la puerta del baño) Coriolano  se echó a llorar 
          desconsoladamente. Lloraba en  silencio, hacia adentro 
          con el llanto de los perros bien  educados, lloraba 
          sin gemidos ni suspiros. Para  intentar calmarlo, 
          llené la casa de melodiosos  bailetes. El lago de los 
                                                                               cisnes, 
           la Valse de Ravel, las Sílfides.  Todo era en vano: 
           Coriolano seguía con los ojos  clavados, meditante, 
           en la figura del bailarín. 
                                              Recordé al fin 
            que tenía entre viejos papeles  la receta universal 
            de Tyko Brahe para curar penas  del corazón y 
                                                                       sufrimientos 
                     del alma. 
            Hallé la receta por pura  serendepity, y la desplegué 
            ante los lastimosos ojos de  Coriolano. 
            ¡Remedio santo! ¡Bálsamo de  Fierabrás! ¡Parche de  
                                                                               copal 
              para el dolor más fiero!  Coriolano apartó sus ojos 
              de la danzante imagen, y  pudimos aquel día, 
              como todos los días, salir en  busca del sol, 
              de los niños felices, de la  engañosa vida. 
                    
                    
                                             TEXTOS EM PORTUGUÊS 
                       Tradução de ANTONIO  MIRANDA 
   
                           Relações e epitáfio  de Dylan Thomas 
                       
         Era como um bisneto de Frederico Nietzsche. 
          Era o acólito predileto de  Georges Sorel. 
          Era como o sobrinho de Ernesto  Hemingway. 
          Era o menino que lê Sprengler no  lugar do Evangelho. 
          Era como o noivo de Arturito  Rimbaud. 
          Era  manobrista de sala de Isidore Ducasse. 
          Era o jardim de infância companheiro  de Capore e de  
                                                                     James Dean. 
          Era o office boy de Arturo  Strindberg. 
          Era a pior lembrança de Oscar  Wilde em París. 
          Era el rouba fichas de  Dostoiewski em Badem Baden. 
          Era o assina manifestos de John  Osborne. 
          Era filho secreto de Gertrude  Stein e Bertolt Brecht. 
          Era cliente fixo de Freud e de  María Bonaparte. 
          Era o pianista favorito de Béla  Bartók. 
          Era dos teen-agers que a noite  pendura na 42. 
          Era taquígrafo de Henry Miller e  de Ezra Pound. 
          Não nasceu em Gales: nasceu em um  conto de  
                                                 Williams, Tenessee. 
                          E com tudo isso,  um dia, chas! 
          Os bosques de Escócia sentiram cair  uma árvore 
                   
          Que havia sido muito abalado pelo  vendava da 
                                                                           poesía. 
          E aquí jaz, coberto pela espuma  da cerveza 
          E afogado pela amarguíssima leite  da vida, 
          Aqui mente, Dylan Thomas. 
                   
                     
     Nureyev 
           
     Coriolano meu cão leu no  Times 
     a morte de Nureyev. Como leva tanto  tempo 
     o bailarino vivendo entre nós 
     (um poster de sua figura cobre uma fragmentação  de  
                                                                          cristal 
     na porta do banheiro) Coriolano pôs se  a chorar 
     desconsoladamente. Choraba em silêncio,  para dentro 
     com o pranto os cães bem educados, chorava 
     sem gemidos nem suspiros. Para tentar acalma-lo, 
     enchi a casa de melodiosos bailetes. O  lago dos cisnes,                                               
     a  Valsa de Ravel, as Sílfides. Tudo era em vão: 
     Coriolano seguia com os olhos cravados,  meditante, 
     na figura do bailarino. 
                                              Recordei afinal 
     que tinha entre velhos papéis a receita  universal 
     de Tyko Brahe para curar dores do coração  e 
                                                                       sofrimentos 
     da alma. 
     Achei a receta por pura serendepity, e  a implantei 
     ante os lastimosos olhos de Coriolano. 
     Remédio santo! Correção de Fierabrás! Correção  de  
                                                                               copal 
     para a dor mais selvagem! Coriolano  apartou seus olhos 
     da dançante imagem, e poderíamos naquel  dia, 
     como em todos os dias, sair em busca do  sol, 
     dos meninos felizes, da engan osa  vida. 
                    
                  
                    
                      
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                  CON UN MISMO FUEGO.  POESÍA CUBANA.         Selección de Aitana Alberti.      Torremollinos, Málaga, España: Litoral  Ediciones UNESCO, 1997.  (Colección  UNESCO –OBRAS REPRESENTATIVAS)    223 p.  ilus. col. Poretada:? Lorenzo Saval – Incluye un folleto con la poesía de Francisco  Fortuny: El agua en la boca (Litoral /Suplemento 4)  ISBN 92-3-30457-7        Edição especial da  revista LITORAL Revista de la Poesía, el Arte y el Pensamiento.  
                                                     Ex. biblioteca de Antonio Miranda 
 
                             
        Relaciones y epitafio de Dylan Thomas 
 
       Era como un  biznieto de Frederico Nietzsche. 
        Era el acólito predilecto de  Georges Sorel. 
        Era como el sobrino de Ernesto  Hemingway. 
        Era el niño que lee Sprengler en  lugar del Evangelio. 
        Era como el novio de Arturito Rimbaud. 
        Era el valet de chambre de  Isidore Ducasse. 
        Era el kínder compañero de Capore  y de James Dean. 
        Era el office boy de Arturo  Strindberg. 
        Era el peor recuerdo de Oscar  Wilde en París. 
        Era el robafichas de Dostoiewski  en Badem Baden. 
        Era el firma manifiestos de John  Osborne. 
        Era hijo secreto de Gertrude  Stein y Bertolt Brecht. 
        Era cliente fijo de Freud y de  María Bonaparte. 
        Era el pianista favorito de Béla  Bartók. 
        Era de los teen-agers que la  noche cuelga en la 42. 
        Era taquígrafo de Henry Miller y  de Ezra Pound. 
        No nació en Gales: nació en un  cuento de Williams, 
                                                                     Tenessee. 
 
        Y con todo eso, un día, ¡chas! 
        Los bosques de Escocia sintieron  caer un árbol 
                   
          Que había sido muy remecido por  el ventarrón de la 
                                                                           poesía. 
          Y aquí yace, cubierto por la  espuma de la cerveza 
          Y ahogado por la amarguísima  leche de la vida, 
          Aquí yace, Dylan Thomas. 
                    
                         El  hombre habla de sus vidas anteriores 
                     
         Cuando yo era un pequeño pez, 
          cuando sólo conocía las aguas del  hermoso mar, 
          y recordaba muy vagamente haber  sido 
          un árbol de alcanfor en las  riberas del Caroní. 
   
          Después, cuando mi destino me  hizo 
          reaparecer encarnado en la  lentitud de un leopardo, 
          viví unos claros años de vigor y  de júbilo, 
          conocí los paisajes perfumados  por la flor del abedul 
          y era feliz. 
   
          Y todo el tiempo que fui 
          cabalgadura de un guerrero en  Etiopía, 
          luego de haber sido el tierno  bisabuelo de un albatros, 
          y de venir de muy lejos diciendo adiós a mi  envoltura 
         de sierpe cascabel, 
         yo era feliz. 
   
         Mas sólo cuando un día 
         desperté gimoteando bajo la piel  de un niño, 
          comencé a recordar con dolor los perdidos paisajes, 
         lloraba por aquellos perfumes de  mi selva, y por el 
                                                                           humo 
         de las madera balsémicas del  Indostán. 
         Y bajo la piel de humano  
         ya llevo tanto sufrido, y tanto, y  tanto, 
         que sólo espero pasar, y  disolverme de nuevo, 
         para reaparecer como un pequeño  pez, 
         como un árbol de las riberas del  Caroní, 
         como un leopardo que sube al  abedul, 
         o como el antepasado de una  arrogante ave, 
         o como el apacible dormitar de la  serpiente  
                                                       junto al río, 
         o como esto o conto como otro, ¿o  por qué no?, 
         como una cuerda de la guitarra  donde alguien, 
         sea quien sea, 
         toca interminablemente una danza  que alegra 
                                                        de igual modo 
         a la luna y al sol. 
                   
                     
         Nureyev 
           
          Coriolano mi perro  leyó en el Times 
          la muerte de Nureyev. Como lleva  tanto tiempo 
          el bailarín viviendo entre  nosotros 
          (un póster de su figura cubre una  astilladura de cristal 
          en la puerta del baño) Coriolano  se echó a llorar 
          desconsoladamente. Lloraba en  silencio, hacia adentro 
          con el llanto de los perros bien  educados, lloraba 
          sin gemidos ni suspiros. Para  intentar calmarlo, 
          llené la casa de melodiosos  bailetes. El lago de los 
                                                                               cisnes, 
           la Valse de Ravel, las Sílfides.  Todo era en vano: 
           Coriolano seguía con los ojos  clavados, meditante, 
           en la figura del bailarín. 
                                              Recordé al fin 
            que tenía entre viejos papeles  la receta universal 
            de Tyko Brahe para curar penas  del corazón y 
                                                                       sufrimientos 
                     del alma. 
            Hallé la receta por pura  serendepity, y la desplegué 
            ante los lastimosos ojos de  Coriolano. 
            ¡Remedio santo! ¡Bálsamo de  Fierabrás! ¡Parche de  
                                                                               copal 
              para el dolor más fiero!  Coriolano apartó sus ojos 
              de la danzante imagen, y  pudimos aquel día, 
              como todos los días, salir en  busca del sol, 
              de los niños felices, de la  engañosa vida. 
                    
                    
                                             TEXTOS EM PORTUGUÊS 
                       Tradução de ANTONIO  MIRANDA 
   
                           Relações e epitáfio  de Dylan Thomas 
                       
         Era como um bisneto de Frederico Nietzsche. 
          Era o acólito predileto de  Georges Sorel. 
          Era como o sobrinho de Ernesto  Hemingway. 
          Era o menino que lê Sprengler no  lugar do Evangelho. 
          Era como o noivo de Arturito  Rimbaud. 
          Era  manobrista de sala de Isidore Ducasse. 
          Era o jardim de infância companheiro  de Capore e de  
                                                                     James Dean. 
          Era o office boy de Arturo  Strindberg. 
          Era a pior lembrança de Oscar  Wilde em París. 
          Era el rouba fichas de  Dostoiewski em Badem Baden. 
          Era o assina manifestos de John  Osborne. 
          Era filho secreto de Gertrude  Stein e Bertolt Brecht. 
          Era cliente fixo de Freud e de  María Bonaparte. 
          Era o pianista favorito de Béla  Bartók. 
          Era dos teen-agers que a noite  pendura na 42. 
          Era taquígrafo de Henry Miller e  de Ezra Pound. 
          Não nasceu em Gales: nasceu em um  conto de  
                                                 Williams, Tenessee.                                                                 
          E com tudo isso, um dia, chas! 
          Os bosques de Escócia sentiram cair  uma árvore 
                   
          Que havia sido muito abalado pelo  vendava da 
                                                                           poesía. 
          E aquí jaz, coberto pela espuma  da cerveza 
          E afogado pela amarguíssima leite  da vida, 
          Aqui mente, Dylan Thomas. 
                   
                     
     Nureyev 
           
     Coriolano meu cão leu no  Times 
     a morte de Nureyev. Como leva tanto  tempo 
     o bailarino vivendo entre nós 
     (um poster de sua figura cobre uma fragmentação  de  
                                                                          cristal 
     na porta do banheiro) Coriolano pôs se  a chorar 
     desconsoladamente. Choraba em silêncio,  para dentro 
     com o pranto os cães bem educados, chorava 
     sem gemidos nem suspiros. Para tentar acalma-lo, 
     enchi a casa de melodiosos bailetes. O  lago dos cisnes,                                                                      
     a  Valsa de Ravel, as Sílfides. Tudo era em vão: 
     Coriolano seguia com os olhos cravados,  meditante, 
     na figura do bailarino. 
                                              Recordei afinal 
     que tinha entre velhos papéis a receita  universal 
     de Tyko Brahe para curar dores do coração  e 
                                                                       sofrimentos 
     da alma. 
     Achei a receta por pura serendepity, e  a implantei 
     ante os lastimosos olhos de Coriolano. 
     Remédio santo! Correção de Fierabrás! Correção  de  
                                                                               copal 
     para a dor mais selvagem! Coriolano  apartou seus olhos 
     da dançante imagem, e poderíamos naquel  dia, 
     como em todos os dias, sair em busca do  sol, 
     dos meninos felizes, da engan osa  vida. 
                    
                   
                  
                    
                      
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                                      CON UN MISMO FUEGO.  POESÍA CUBANA.         Selección de Aitana Alberti.      Torremollinos, Málaga, España: Litoral  Ediciones UNESCO, 1997.  (Colección  UNESCO –OBRAS REPRESENTATIVAS)    223 p.  ilus. col. Poretada:? Lorenzo Saval – Incluye un folleto con la poesía de Francisco  Fortuny: El agua en la boca (Litoral /Suplemento 4)  ISBN 92-3-30457-7        Edição especial da  revista LITORAL Revista de la Poesía, el Arte y el Pensamiento.  
                                                       Ex. biblioteca de Antonio Miranda 
   
                               
          Relaciones y epitafio de Dylan Thomas 
   
         Era como un  biznieto de Frederico Nietzsche. 
          Era el acólito predilecto de  Georges Sorel. 
          Era como el sobrino de Ernesto  Hemingway. 
          Era el niño que lee Sprengler en  lugar del Evangelio. 
          Era como el novio de Arturito Rimbaud. 
          Era el valet de chambre de  Isidore Ducasse. 
          Era el kínder compañero de Capore  y de James Dean. 
          Era el office boy de Arturo  Strindberg. 
          Era el peor recuerdo de Oscar  Wilde en París. 
          Era el robafichas de Dostoiewski  en Badem Baden. 
          Era el firma manifiestos de John  Osborne. 
          Era hijo secreto de Gertrude  Stein y Bertolt Brecht. 
          Era cliente fijo de Freud y de  María Bonaparte. 
          Era el pianista favorito de Béla  Bartók. 
          Era de los teen-agers que la  noche cuelga en la 42. 
          Era taquígrafo de Henry Miller y  de Ezra Pound. 
          No nació en Gales: nació en un  cuento de Williams, 
                                                                       Tenessee. 
   
          Y con todo eso, un día, ¡chas! 
          Los bosques de Escocia sintieron  caer un árbol 
                   
          Que había sido muy remecido por  el ventarrón de la 
                                                                           poesía. 
          Y aquí yace, cubierto por la  espuma de la cerveza 
          Y ahogado por la amarguísima  leche de la vida, 
          Aquí yace, Dylan Thomas. 
                    
                         El  hombre habla de sus vidas anteriores 
                     
         Cuando yo era un pequeño pez, 
          cuando sólo conocía las aguas del  hermoso mar, 
          y recordaba muy vagamente haber  sido 
          un árbol de alcanfor en las  riberas del Caroní. 
   
          Después, cuando mi destino me  hizo 
          reaparecer encarnado en la  lentitud de un leopardo, 
          viví unos claros años de vigor y  de júbilo, 
          conocí los paisajes perfumados  por la flor del abedul 
          y era feliz. 
   
          Y todo el tiempo que fui 
          cabalgadura de un guerrero en  Etiopía, 
          luego de haber sido el tierno  bisabuelo de un albatros, 
          y de venir de muy lejos diciendo adiós a mi  envoltura 
         de sierpe cascabel, 
         yo era feliz. 
   
         Mas sólo cuando un día 
         desperté gimoteando bajo la piel  de un niño, 
          comencé a recordar con dolor los perdidos paisajes, 
         lloraba por aquellos perfumes de  mi selva, y por el 
                                                                           humo 
         de las madera balsémicas del  Indostán. 
         Y bajo la piel de humano  
         ya llevo tanto sufrido, y tanto, y  tanto, 
         que sólo espero pasar, y  disolverme de nuevo, 
         para reaparecer como un pequeño  pez, 
         como un árbol de las riberas del  Caroní, 
         como un leopardo que sube al  abedul, 
         o como el antepasado de una  arrogante ave, 
         o como el apacible dormitar de la  serpiente  
                                                       junto al río, 
         o como esto o conto como otro, ¿o  por qué no?, 
         como una cuerda de la guitarra  donde alguien, 
         sea quien sea, 
         toca interminablemente una danza  que alegra 
                                                        de igual modo 
         a la luna y al sol. 
                   
                     
         Nureyev 
           
          Coriolano mi perro  leyó en el Times 
          la muerte de Nureyev. Como lleva  tanto tiempo 
          el bailarín viviendo entre  nosotros 
          (un póster de su figura cubre una  astilladura de cristal 
          en la puerta del baño) Coriolano  se echó a llorar 
          desconsoladamente. Lloraba en  silencio, hacia adentro 
          con el llanto de los perros bien  educados, lloraba 
          sin gemidos ni suspiros. Para  intentar calmarlo, 
          llené la casa de melodiosos  bailetes. El lago de los 
                                                                               cisnes, 
           la Valse de Ravel, las Sílfides.  Todo era en vano: 
           Coriolano seguía con los ojos  clavados, meditante, 
           en la figura del bailarín. 
                                              Recordé al fin 
            que tenía entre viejos papeles  la receta universal 
            de Tyko Brahe para curar penas  del corazón y 
                                                                       sufrimientos 
                     del alma. 
            Hallé la receta por pura  serendepity, y la desplegué 
            ante los lastimosos ojos de  Coriolano. 
            ¡Remedio santo! ¡Bálsamo de  Fierabrás! ¡Parche de  
                                                                               copal 
              para el dolor más fiero!  Coriolano apartó sus ojos 
              de la danzante imagen, y  pudimos aquel día, 
              como todos los días, salir en  busca del sol, 
              de los niños felices, de la  engañosa vida. 
                    
                    
                                             TEXTOS EM PORTUGUÊS 
                       Tradução de ANTONIO  MIRANDA 
   
                           Relações e epitáfio  de Dylan Thomas 
                       
         Era como um bisneto de Frederico Nietzsche. 
          Era o acólito predileto de  Georges Sorel. 
          Era como o sobrinho de Ernesto  Hemingway. 
          Era o menino que lê Sprengler no  lugar do Evangelho. 
          Era como o noivo de Arturito  Rimbaud. 
          Era  manobrista de sala de Isidore Ducasse. 
          Era o jardim de infância companheiro  de Capore e de  
                                                                     James Dean. 
          Era o office boy de Arturo  Strindberg. 
          Era a pior lembrança de Oscar  Wilde em París. 
          Era el rouba fichas de  Dostoiewski em Badem Baden. 
          Era o assina manifestos de John  Osborne. 
          Era filho secreto de Gertrude  Stein e Bertolt Brecht. 
          Era cliente fixo de Freud e de  María Bonaparte. 
          Era o pianista favorito de Béla  Bartók. 
          Era dos teen-agers que a noite  pendura na 42. 
          Era taquígrafo de Henry Miller e  de Ezra Pound. 
          Não nasceu em Gales: nasceu em um  conto de  
                                                 Williams, Tenessee.                                                                 
          E com tudo isso, um dia, chas! 
          Os bosques de Escócia sentiram cair  uma árvore 
                   
          Que havia sido muito abalado pelo  vendava da 
                                                                           poesía. 
          E aquí jaz, coberto pela espuma  da cerveza 
          E afogado pela amarguíssima leite  da vida, 
          Aqui mente, Dylan Thomas. 
                   
                     
     Nureyev 
           
     Coriolano meu cão leu no  Times 
     a morte de Nureyev. Como leva tanto  tempo 
     o bailarino vivendo entre nós 
     (um poster de sua figura cobre uma fragmentação  de  
                                                                          cristal 
     na porta do banheiro) Coriolano pôs se  a chorar 
     desconsoladamente. Choraba em silêncio,  para dentro 
     com o pranto os cães bem educados, chorava 
     sem gemidos nem suspiros. Para tentar acalma-lo, 
     enchi a casa de melodiosos bailetes. O  lago dos cisnes,                                                                      
     a  Valsa de Ravel, as Sílfides. Tudo era em vão: 
     Coriolano seguia com os olhos cravados,  meditante, 
     na figura do bailarino. 
                                              Recordei afinal 
     que tinha entre velhos papéis a receita  universal 
     de Tyko Brahe para curar dores do coração  e 
                                                                       sofrimentos 
     da alma. 
     Achei a receta por pura serendepity, e  a implantei 
     ante os lastimosos olhos de Coriolano. 
     Remédio santo! Correção de Fierabrás! Correção  de  
                                                                               copal 
     para a dor mais selvagem! Coriolano  apartou seus olhos 
     da dançante imagem, e poderíamos naquel  dia, 
     como em todos os dias, sair em busca do  sol, 
     dos meninos felizes, da engan osa  vida. 
                    
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                  Página publicada em abril de 2024 
  
                    
                  
                  Página republicada em maio de 2017 
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