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Sobre Antonio Miranda
 
 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto: http://www.los-poetas.com/l/laureanobio.htm

LAUREANO ALBÁN

 

Laureano Albán estudió en la escuela de Santa Cruz de Turrialba, donde conoció a Jorge Debravo, mayor que él, con quien fundó el Círculo de Poetas de Turrialba. Ya en los años sesenta, siempre junto a su amigo Debravo, creará en San José el Círculo de Poetas Costarricenses, que vendría a influir en la literatura de esa época y en las generaciones posteriores. El grupo se dedica a hacer talleres y a publicar sus obras a pesar de la escasez de recursos y continúa su labor incluso después de la muerte, en un accidente automovilístico en 1967, de Debravo. Aun así, el Círculo se mantuvo y continuó publicando.

Albán lanzó en 1974 —ya después de haber publicado varios poemarios y un esbozo crítico de la poesía costarricense—, el Manifiesto trascendentalista junto con Julieta Dobles, Rónald Bonilla y Carlos Francisco Monge. Este movimiento literario, cuya creación generó polémica en Costa Rica, llegó a España en el año 2000, cuando Albán fundó en Madrid el grupo trascendentalista de Aranjuez, que ha mantenido activo en la península bajo la cooordinación de la poeta española Monserrat Doucet.

Ya con anterioridad, en 1979, Albán había viajado a España para recibir el Premio Adonáis de Poesía por su libro Herencia del otoño, donde luego se desempañía como diplomático en la embajada de su país en Madrid. Al año siguiente obtiene los primeros reconocimientos en Costa Rica al ganar el Nacional Aquileo J. Echeverría de Poesía y el concurso Una Palabra, de la Universidad Nacional, con su poemario La voz amenazada. Desde entonces, ha sido distinguido con muchos otros galardones, el más importante de los cuales ha sido el Magón, en 2006.

En su patria se ha desempeñado como presidente del Círculo de Poetas Costarricenses, profesor de Teoría y Práctica de la Creación Literaria en la Universidad de Costa Rica (1990-1998), y a partir de 2004 ocupa la silla D en la Academia de la Lengua.

Como diplomático ha sido ministro consejero en Madrid (1981-1983), embajador ante las Naciones Unidas en Nueva York (1983-1986), en Israel (1987-1990) y ante la Unesco (1998-2002).  Fuente: wikipedia

 

TEXTO EN ESPAÑOL – TEXTO EM PORTUGUÊS

 

          LA DIÁSPORA INVISIBLE

          Dame un hijo, oh tú, el mejor de los dioses, un hijo
          dotado de fuerza, com um cuerpo grande, capaz de
          romper todos los orgullos.
  EL MAHABARATA

Nacieron de la sed.
Eran arcilla ardiendo
en las casas del tiempo.
Subieron a los montes
a conjuntar la luna con el ansia.
Tenían dioses pequenos:
como abalorios,
com guedejas,
como casualidades.
Plantaron el silencio,
y alrededor
edificaron viajes y campanas.
Conjuraron la tierra con sus nombres
que surgían girando
entre el óxido leal de la palavra.
Fueron muriendo a tempo
para resucitar en la memoria.
Testificaron las estrelas,
el símbolo afilado de los pájaros.

 

Fueron innumerables y fugaces,
proclives a las ebrias
maravillas del sol.
Fueron desleales
con el passado,
solitarios ante el presente.
Y dieron al futuro
un perfil de navio o de desdicha.
Poblaron mares interiores,
húmedas sombras apresadas
a las que dieron nombres
de mujer o de dios.
Durmieron em los rumbos
de la oscuridad o de la sed,
y acogieron el tempo entre sus casas
como un habitante o un naufrágio.
Cubrieron de memorias
la orfandad de la noche:
ascendieron al norte
ya su boreal insomnio,
se marcharon al sur
a destinar la arena,
al oeste por la niebla,
y al este por el gozo
brilhantes de las de las latitudes.

Sus ojos cambiaron
con el olvido o con la luz,
con la muerte pluvial,
la sombra o la codicia.
Aprendieron las reglas del prodigio,
las medidas del miedo,
la exactitud del cuerpo y de sus llamas.
Cayeron con un gesto
de semillas fugaces;
fueron quemados, aventados, multiplicados
por olvidos interminables.
Inventaron senderos
dond no había destinos,
y para ello
tuvieron que apoyar en lo invisible las manos.
Edificaron
en la certeza transparente
de la fugacidade.
Solos, como habitando
en el primer espejo
o en la primer memoria.
Señalaron con cantos y navegaciones
los sítios desóidos de la muerte.
Se hicieron invisibles como años
huyendo a incomprensibles transparências.
Y escribieron su nombre en las estatuas
con el desdén de la mortalidade.
En los bordes azules de lo incierto
plantaron su puñal y su espejismo.
Cabalgaron hacia la luna
persiguiendo las presas de la muerte.

Y poblaron los círculos
conocidos del sol,
los resquícios quemados
de las huellas del viento,
el pan duro y sus casas
de sangre despoblada,
las torres del deseo,
su azul falacidad:
vales, lagos, montañas,
vacíos luminarios.
Y como si cruzaran
hacia um presentimiento
de naces augurales,
se acercaron al mar,
dintel del tempo,
y el mar, espejo último,
esperaba en la playa.

          (De El viaje interminable)

 

TEXTO EM PORTUGUÊS
Tradução: Antonio Miranda

 

A DIÁSPORA INVISÍVEL

Dá-me um filho, ó tu, o melhor dos deuses, um filho
dotado de força, com um corpo grande, capaz de
romper todos os orgulhos.
  O MAHABARATA

          Nasceram da sede.
          Eram argila ardendo
          nas casas do tempo.
          Subiram aos montes
          a conjuntar a lua com a ânsia.
          Tinham deuses pequenos:
          como miçangas,
          como cabeleiras,
          como casualidades.
          Plantaram o silêncio,
          e arredor
          erigiram viagens e sinos.
          Conjuraram a terra com seus nomes
          que surgiam girando
          entre o óxido leal da palavra.
          Foram morrendo a tempo
          para ressuscitar na memória.
          Testemunharam as estrelas,
          o símbolo afilado dos pássaros.

          Foram inumeráveis e fugazes,
          proclives às ébrias
          maravilhas do sol.
          Foram desleais
          com o passado,
          solitários ante o presente.
          E deram ao futuro
          um perfil de navio ou de desdita.
          Povoaram mares interiores,
          úmidas sombras apresadas
          às que deram nomes
          de mulher ou de deus.
          Dormiram nos rumos
          da escuridão ou da sede,
          e acolheram o tempo entre suas casas
          como um habitante ou um naufrágio.
          Envolveram de memórias
          a orfandade da noite:
          ascenderam ao norte
          já sua boreal insônia,
          seguiram para o sul
          a destinar a areia,
          ao oeste pela névoa,
          e ao leste pelo gozo
          brilhante das latitudes.

          Seus olhos se transformaram
          com o olvido ou com a luz,
          com a morte pluvial,
          a semeadura ou a cobiça.
          Aprenderam as regras do prodígio,
          as medidas do medo,
          a exatidão do corpo e de suas chamas.
          Caíram com um gesto
          de sementes fugazes;
          foram queimados, afastados, multiplicados
          por olvidos intermináveis.
          Inventaram sendeiros
          onde não havia destinos,
          e a para isso
          tiveram que apoiar-se no invisível das mãos.
          Edificaram
          na certeza transparente
          da fugacidade.
          Sozinhos, como habitando
          o primeiro espelho
          ou na memória primeira.
          Assinalaram com cantos e navegações
          os lugares desprezados da morte.
          Tornaram-se invisíveis como anos
          fugindo a incompreensíveis transparências.
          E escreveram seu nome nas estátuas
          com o desdém da mortalidade.
          Nas bordas azuis do incerto
          plantaram seu punhal e seu espelhismo.
          Cavalgaram até à lua
          perseguindo as presas da morte.

          E povoaram os círculos
          conhecidos do sol,
          os resquícios queimados
          dos vestígios do vento,
          o pão duro e sus casas
          de sangue despovoado,
          as torres do desejo,
          seu azul falacioso:
          vales, lagos, montanhas,
          vazios luminosos.
          E como se cruzaram
          em um pressentimento
          de naves augurais,
          aproximaram-se do mar,
          dintel do tempo,
          e o mar, espelho último,
          à espera na praia.

 

                    (De El viaje interminable)

Página publicada em outubro de 2015

 

 

 
 
 
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