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Sobre Antonio Miranda
 
 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto: http://www.eluniversal.com.co/

RAÚL GÓMEZ JATTIN

 

(Cartagena de Indias, 31 de mayo de 1945 - 22 de mayo de 1997) fue un poeta colombiano. Vivió su infancia en Cereté, un pequeño pueblo al norte de Colombia, fue profesor de bachillerato de las materias de Geografía e Historia. A los 21 años se trasladó a Bogotá donde comenzó a estudiar derecho en la Universidad Externado de Colombia. Allí, aparte de sus estudios se dedicó al teatro, participando como actor en varios montajes y haciendo adaptaciones de obras literarias que se dieron a conocer principalmente en la revista literaria Puesto de Combate. Después de vivir ocho años en Bogotá y sin terminar sus estudios de derecho regresó a Cereté, donde vivió deambulando en las calles, pasó varias temporadas en clínicas psiquiátricas y se dedicó a escribir poesía. En 1989 se traslada a Cartagena donde vive en las calles y parques, pasa otras temporadas en clínicas psiquiátricas e ingresa varias veces en la cárcel de la ciudad. El 22 de mayo de 1997 muere en Cartagena atropellado por un bus sin que haya sido posible determinar si se trató de un accidente o un suicidio.

Es autor de los siguientes libros de poemas: Poemas (1981); Prima (1988); Retratos (1980-1989); Amanecer en el valle del Sinú (1983-1989); Del Amor (1982-1987); Hijos del tempo; Esplendor de la mariposa (1993); Los poetas, amor mío... (2000) -Libro póstumo-. Conjuro (1957-); Oh... (1998) por Mani Granjas.                                                Extraído de Wikipedia

 

 

TEXTOS EN ESPAÑOL   -   TEXTOS EM PORTUGUÊS

 

 

TENORIO, Harold AlvaradoAjuste de cuentas.  La poesia colombiana del siglo XX.  Con un prólogo de Antonio Caballero.   Palma de Mallorca, España: Agatha, 2014.  662 p.   16,5x21,5 cm.  ISBN 978-980-6523-85-2    “ Harold Alvarado Tenorio “ Ex. bibl. Antonio Miranda

 

La hamaca nuestra

 

Ven hasta la hamaca donde escribí

el libro dedicado a tu sagrada presencia

Ella me recuerda toda esa soledad

que dormí en ella Todos esos gestos de mi alma

persiguiéndole el vuelo a las palabras

que grabaran en un tiempo menos frágil

la lluvia de tus lágrimas El reposo soñado

en tu pecho. La mañana eternamente memorable

de nuestras manos enlazadas en medio del tumulto

En el vientre de esa hamaca recosté

mi cansancio de la vida Acuñé dolores

Me defendí de la canícula Y soñé:

Tú venías en medio de la noche a consolarme

y eso dije Escribía un poema que preservara

tu memoria y eso hice
Desatar mis alas tristes y lloré

Tiéndete que yo te meceré para refrescarte

si te es posible duerme Que yo velaré.”

 

 

Elogio de los alucinógenos

 

Del hongo stropharia y su herida mortal

derivó mi alma una locura alucinada

de entregarle a mis palabras de siempre

todo el sentido decisivo de la plena vida

Decir mi soledad y sus motivos sin amargura

Acercarme a esa mula vieja de mi angustia

y sacarle de la boca todo el fervor posible

toda su babaza y estrangularla lenta

con poemas anudados por la desolación

De la interminable edad adolescente

otorgada por la cannabis sativa diré

un elogio diferente Su mal es menos bello

Pero hay imágenes en mi escritura

que volvieron gracias a su embrujo enfermizo

Ciertos amores regresaron investidos de fulgor

eterno Algunos pasajes de mi niñez volcaron

su intacta lumbre en el papel Desengaños

de siempre me mostraron sus vísceras

Hay quien confía para la vida en el arte

en la frialdad inteligente de sus razonamientos

Yo voy de lágrima en lágrima prosternado

Acumulando sílabas dolorosas que no nieguen

la risa Que la reafirmen en su cierta posibilidad

de descanso del alma No de su letargo

Voy de hospital en cárcel en conocidos inhóspitos

como ellos Almas con cara de hipodérmica

y lecho de caridad Entregándole mi compañía

a cambio de un hueso infame de alimento

Toda esa gran vida a los alucinógenos debo

La delicadeza de un alma no está casi

en los que se apropia Sino en el desprecio de ese estorbo

sangriento cual banquete de Tiestes

que la opulencia inconsciente ofrece vana y fútil.

 

 

 

 

Oiga el poema declamado, en el Youtube:

https://www.youtube.com/watch?v=EqBGWVSB1MM

 

 

 

TEXTOS EM PORTUGUÊS
Tradução: Antonio Miranda

 

 

        A nossa rede

 

        Venha até à rede onde escrevi
          o livro dedicado à tua sagrada presença.
          Ela me lembra toda esta solidão
          em que dormi. Todos esses gestos de minh’alma
          perseguindo o voo das palavras
          que gravaram em um tempo menos frágil
          a chuva de tuas lágrimas. O repouso sonhado
          em teu peito. A manhã eternamente memorável
          de nossas mãos enlaçadas em meio ao tumulto.
          No ventre dessa rede recostei
          meu cansaço da vida. Embalei dores.
          Me defendi da canícula. E sonhei.
          Tu vinhas no meio da noite a consolar-me
          e isso eu disse. Escrevia um poema que preservara
          tua memória e isso eu disse.

 

Desatar minhas minhas asas tristes e chorei
Deita que eu te embalarei para refrescar-te
e se é possível dorme Que eu te velarei.

 

          Elogio dos alucinógenos

 

          Do fungo stropharia e sua ferida mortal
          derivou minh’alma uma loucura alucinada
          de entregar às minhas palavras de sempre
          todo o sentido decisivo da vida plena.
          Dizer minha solidão e seus motivos sem amargura.
          Aproximar-me dessa mula velha de minha angústia
          e tirar da boca todo o fervor possível
          toda a sua baba e estrangulá-la lenta
          com poemas atados pela desolação.
          Da interminável adolescência
          outorgada pela cannabis sativa direi
          um elogio diferente. Seu mal é menos belo.
          Mas há imagens em minha escritura
          que retornaram graças ao seu feitiço enfermiço.
          Certos amores regressaram investidos de fulgor
          Eterno. Algumas passagens de minha infância viraram
          sua intacta lume no papel. Desenganos
          de sempre revelaram suas vísceras.
          Há quem confie para a vida na arte
          na frieza inteligente de seus raciocínios.
          Eu vou de lágrima em lágrima abatido.
          Acumulando sílabas dolorosas que não neguem
          o riso. Que o reafirmem em sua certa possibilidade
          de descanso da alma. Não de sua letargia.
          Vou de hospital em cárcere em conhecidos inóspitos
          como eles. Almas com cara de hipodérmica
          e leito de caridade.  Dando-lhe minha companhia
          em troca de um osso infame como alimento.
          Toda essa grande vida aos alucinógenos devo.
          A delicadeza de uma alma não está quase
          nos que subjuga. Mas no desprezo desse estorvo
          sangrento como banquete de Tiestes
          que a opulência inconsciente oferece vã e fútil.


         
 Página publicada em junho de 2016.


 

 

 

 
 
 
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