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 GABRIEL ARTURO CASTRO
 Gabriel Arturo Castro  (Bogotá,  1962), es antropólogo social de la Universidad Nacional, escritor (poeta,  ensayista y comentarista de libros de antropología, literatura y educación) y  tallerista de arte. Colaborador del Magazín Dominical de El Espectador y  actualmente escribe para el Boletín Cultural y Bibliográfico del Banco de la  República y para otros importantes medios nacionales. Verdehalago editores y la  UNAM publicaron un libro en 1996 bajo el  título Alquimia de la media luna. Los presentes poemas son una selección de su libro inédito De la miel al  fuego (Travesías de un cazador) publicados en la ANTOLOGÍA POÉTICA BRASIL – COLÔMBIA (PARA CONOCERNOS MEJOR).  Organizadores Aguinaldo José Gonçalves (Brasil), Juan Manuel Roca  (Colômbia).  São Paulo: Editora da  Universidade Estadual Paulista; Bogotá: Asociación de Editoriales  Universitarias de Colombo, 1996.   (Prismas)
                                     TEXTOS EN ESPAÑOL  /  TEXTOS EM PORTUGUÊS
 
 
 
 PERSEGUIDOR
 El perseguidor de la montaña no necesita de lazo,
 ni la trampa, ni el dulce metal fundido de una
 ballesta. No. Sólo le basta lanzar las astillas de la
 palma para cazar los pájaros nocturnos.
 
 
 REMOLINO
 
 Al privar de la luz al mundo, la cigarra y el grillo
 inician un tiempo giratorio y rápido: se amontonan
 para causar un remolino de saltos y sonidos graves
 ante el ojo del alucinado o la música del sordo.
 TAMBOR
 
 Ah, oído atormentado, ni la voz o  el ronquido del
 carcelero pueden evitar la algarabía de mi tambor: su
 piel de manos rígidas, el rastro de tantos dedos
 percutiendo la corteza, la redondez de la madera y su
 hinchazón cuando traga el aire del verano.
 
 
 PUERTA
 
 Del monumento he arrancado piedras sin labrar:
 Una cuadrada para moler maíz, tinta y chocolate,
 Otra puntiaguda que pulirá los cristales rudos
 —Los vidrios de mi casa transparente—
 Menos la puerta de cuarzo que conduce hacia un
 solar de  tímidos espejos.
 
 FOGONERO
 
 El fogonero, cuando prendía la hoguera de roble,
 solía mirar a la mariposa de fuego que brotaba
 con sus tildes rojas y las dos gotas de aceite quemando
 el vivo paisaje de la noche.
 Al final, extinta la llama, únicamente podía ver un
 puñado de líneas delgadas sobre la ceniza.
 
 
 FATIGA
 
 Alcahueta, vendedora de secretos: los animales
 hallarán muy fácil tus ojos cansados en la boca
 abierta del molino, entre los estribos de un puente o
 sobre cada espacio vacío de la escalera que conduce
 al centro de una tormenta.
 Señora,  no olvides tus ojos de fatiga. Allí  estarán
 alerta la perdiz, el pavo y el buey, quienes harán una
 trinchera redonda con tus párpados lentos, pequeños
 faroles y colores apagados.
 TEXTOS EM PORTUGUÊS
 Tradução  de José Santiago Naud
 
 PERSEGUIDOR
 O perseguidor da montanha não precisa de laço,
 nem trampas, ou coce metal fundido de uma
 besta. Não. Basta-lhe apenas atirar estilhaços da
 palma para caçar os pássaros da noite.
 
 
 REMOINHO
 
 Ao privar de luz o mundo, a cigarra e o grilo
 começam um tempo circular e veloz: juntam-se
 provocando um remoinho de saltos e sons graves
 ante o olho do louco ou a música do surdo.
 
 
 TAMBOR
 
 Ah, ouvido atormentado, nem a voz nem o ronco do
 carcereiro podem evitar a confusão do meu tambor: sua
 pele de mãos rijas, o rastro de tantos dedos
 percutindo o exterior, a redondez da madeira e sua
 dilatação quando engole os ares do verão.
   PORTA
 Do monumento arranquei pedras sem lapidar:
 Uma quadrada para moer o milho, a tinta, o chocolate,
 Outra pontiaguda que há de polir rudes cristais
 —os vidros de minha casa transparente—
 Menos a porta de quartzo que leva a um solar
 de tímidos espelhos.
 
 
 FORNALHEIRO
 
 O foguista, quando acendia a fogueira de carvalho,
 costumava mirar a borboleta de fogo que brotava com
 suas grafias vermelhas e duas gotas de óleo queimado
 a viva paisagem noturna.
 No fim, extinta a chama, somente podia ver
 um punhado de linhas magras sobre a cinza.
 
 
 FADIGA
 
 Alcagüeta, vendedora de segredos: os bichos
 vão achar muito simples teus olhos cansados na boca
 aberta do moinho, entre as bases de uma ponte ou
 sobre cada espaço vazio de escada que conduz
 ao centro de uma tormenta.
 Senhora, não olvides teus olhos de fadiga. Ali estarão
 alerta a perdiz, o peru e o boi, que farão uma
 trincheira redonda com tuas pálpebras frouxas, pequenos
 faróis e cores apagadas.
                   
                  Página publicada em julho de  2008   
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