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Sobre Antonio Miranda
 
 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



FERNANDO HERRERA GÓMEZ

 

Nació en Medellín el 10 de agosto de 1958. Editor y publicista. Premio Nacional de Poesía Universidad de Antioquia, 1985. Ha publicado En la posada del mundo, 1986 (edición corregida y aumentada, 1993).
Premio Nacional de Literatura 2007 – Universidad Nacional de Colombia. 


TEXTOS EN ESPAÑOL
  /  TEXTOS EM PORTUGUÊS
 

De

BREVIARIO DE SANTANA

Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2008.

ISBN 978-958-701-992-6

 

 

LAS MONTAÑAS

 

         Una hilera de montañas marca el límite del valle donde se levanta Santana. Detrás están los llanos infinitos. En tiempos de lluvias se adivinan apenas entre la bruma espesa, pero en los días soleados se recortan oscuras y graves contra el firmamento diáfano. Sus formas son caprichosas. A veces suaves y onduladas, otras abruptas, angulosas.  Se perciben lajas enormes — vestigios de antiguos hundimientos, de cataclismos ignotos — que Dan con su trazo geométrico una irregularidad misteriosa. Esa es zona de paramos y abundan las lagunas que fueron escenario de ritos religiosos de los antiguos pobladores.

        

 

         EL ORDEÑO

 

         Cuando llevan al rebaño la madrugada, todo el mundo duerme menos quienes se dedican al oficio del ordeño. Pero en la tarde temprano vuelven a pasar las vacas blancas y negras, urgidas, com sus rosadas ubres plenas y su andar difícil. Van en fila hacia la caseta movil que mantienen cerca de la casa oo del granero. Pasan en turnos a comer el grano, mientras los hombres que trajinan con ellas — en medio de un olor dulce de leche, boñiga y hierbas — las lavan y ajustan los aparatos quae succionan de las ubre como terneros mecánicos. De regreso a sus pastos van satisfechas y livianas regando estiércol por la carretera. En las noches, la vacada descansa echada mientras rumia mansa bajo la luz de harina de la luna.

 

 

EL SOL

 

El viento que sopla desde el oriente sin descanso, parece haber arrastrado al sol que ahora se oculta en occidente. Una profusión de arreboles tiñe el firmamento de distintos tonos rosa y naranja.  Sopla viento perpetuo para que pase la bella de difusas figuras de estrellas, y amanezca y podamos ver otra vez, mojados en luz, los campos, los campos queridos de Santana.

 

 

De

COMO OTRO ANIMAL CUALQUIERA

Medellin: IDEA, 2006

(Colección Autores Antioqueños, 138)

ISBN  958-9172-76-8

 

EL PATIO

 

Mira la ropa tendida

las rígidas hebras de sus bolsillos volteados

hiere tus ojos en el patio

mira cómo el aire juega

con las bravas sábanas

en las que tal vez tu fuiste engendrado

espera sentado en el curtido

peldaño de granito

a que una nube por fin se detenga

 

Aguarda sentado

que con las primeras gotas

tu madre acudirá presurosa

cubriendo de ropas y reproches

a la criada

(En el lavadero

mientras ellas discuten

juegas esperando la gota

que ha de caer

como una alegre música

en el pentagrama de las cuerdas desnudas)

 

 

INSOMNIO

 

Entre tu oído y la almohada

viene galopando el Alba

sobre el rojo y armonioso

corcel de tu sangre

 

 

UNA PERSISTENCIA SILVESTRE

 

Oscurecidas

por el sol moribundo

aunque eran blancas

iban en escuadras las garzas

volando por el cielo de oro

 

El aire estaba aturdido de bocinas

y abajo hormigueaban

los autos aún sin concierto

Eran un milagro de hermosura

para quien se debatía

en medio del tráfago humano

Una irrisoria y conmovedora

persistencia silvestre

Una dádiva

para quien mirara al firmamento 


TEXTOS EM PORTUGUÊS
Tradução de Antonio Miranda 

De

BREVIARIO DE SANTANA

Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2008.

ISBN 978-958-701-992-6

 

 

AS MONTANHAS

 

Uma fileira de montanhas marca o limite do vale onde se ergue Santana. Por trás estão as planícies infinitas. No tempo da chuva se divisam apenas a bruma espessa, mas nos dias ensolarados são silhuetas escuras e graves contra o firmamento diáfano. Suas formas são caprichosas. Às vezes suaves e onduladas, em outras, abruptas, angulosas. Percebem-se chapadas enormes — vestígios de antigos afundamentos, de cataclismos ignotos — que causam com seu traço geométrico uma irregularidade misteriosa. Essa é a zona de paramos e abundam as lagoas que foram cenários de ritos religiosos dos antigos povoadores.

 

 

A ORDENHA

 

Quando levam o rebanho de madrugada todo mundo dorme menos os que se dedicam aos ofício da ordenha. Mas na tarde logo voltam a passar as vacas brancas e negras, urgidas com suas úberes rosadas e plenas e seu andar difícil. Vão enfileiradas até a casinha móvel que conservam perto da casa ou celeiro. Passam em turnos a comer o grão, enquanto os homens que labutam com eles — em meio a um odor doce de leite, bosta e ervas — lavam-nas e ajustam os aparelhos que extraem leite das tetas como bezerros mecânicos. De volta a seus pastos vão satisfeitas e leves regando fezes pela estrada. Pelas noites, a manada descansa deitada enquanto rumina mansa sob a luz de farinha da lua.

 

 

O SOL

 

O vento que sopra desde o oriente sem descanso, parece arrastado o sol que agora se esconde em ocidente. Uma profusão de arrebóis tinge o firmamento de diferentes tons rosa e alaranjado. Sopra um vento perpétuo para que passe a bela de difusas figuras de estrelas, e amanheça e possamos ver outra vez, molhados em luz, os campos, os campos queridos de Santana.

 

De

COMO OTRO ANIMAL CUALQUIERA

Medellin: IDEA, 2006

(Colección Autores Antioqueños, 138)

ISBN  958-9172-76-8

 

O PÁTIO

 

Olha a roupa estendida

as rígidas beiradas de seus bolsos revirados

fere teus olhos no pátio

olha como brinca o ar

com os bravos lençóis

nos quais talvez tu foste gerado

espera sentado no curtido

degrau de granito

para que uma nuvem por fim se detenha

 

Aguarda sentado

que com as primeiras gotas

tua mãe acudirá apressada

cobrindo roupas e repreensões

à criada

(No lavatório

enquanto elas discutem

brincas esperando a gota

que haverá de cair

como uma alegre música

no pentagrama das cordas despidas)

 

INSÔNIA

 

Entre teu ouvido e a almofada

vem galopando a alvorada

sobre o rubro e harmonioso

corcel de teu sangue

 

 

UMA PERSISTÊNCIA SILVESTRE

 

Escurecidas

pelo sol moribundo

embora fossem brancas

iam em bando as garças

voando pelo céu de ouro

 

O ar estava aturdido por buzinas

e abaixo formigavam

os automóveis sem concerto

Eram um milagre de beleza

para quem se debatia

metido no tráfego humano

Uma irrisória e comovedora

persistência silvestre

Uma dádiva

para quem fitasse o firmamento

 

 

               

 

Página publicada em julho de 2008




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