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Sobre Antonio Miranda
 
 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



TITO ALVARADO

 Poeta, ensayista, periodista, conferencista, promotor cultural, organizador de sueños posibles y sobre todo defensor de causas perdidas.

 

Nació cuando el mundo era otro, al sur, en un pueblo chico. Ha recorrido caminos, conocido gente y visto de todo, que ya de nada se asombra.

 

Escribió muchos libros y ha publicado 14, ha sido traducido al inglés, sueco, alemán, portugués y ruso.

 

Actualmente es Presidente mundial de Proyecto Cultural SUR. Cree en el ser humano. Sobrevive en Montreal. 

Obras publicadas: El Libro de Airine, Sureditores, Montreal(2007); Galáctica, Sureditores, Montreal (2006); Razones de emergencia, Sureditores, Montreal; Novenario, Sureditores, Montreal; Rumbo Norte, Sureditores, Montreal; Dos en Uno, Sureditores, Montreal; El Cuarto infinito. Sureditores. Montreal (1998); América Latina en el umbral de lo posible, Sureditores, Montreal; Ella y ella: las dos. Les éditions d´Orphée. Montreal (1995); RunRunes. Les éditions d´Orphée. Montreal; 21 tesis de emergencia. Sureditores. Montreal; Tres fatigas, veinte deicos y una canción lúrica. Les éditions d´Orphée. Montreal; Poema de Santiago (en francés). Les éditions d´Orphée. Montreal; Amada-amante. Les éditions d´Orphée. Montreal (1993); 1993 La luz y la palabra. Les éditions d´Orphée. Montreal; 1991 Graffiti. Les éditions d´Orphée. Montreal (1990); 1990 Poema de Santiago. Les éditions d´Orphée. Montreal (1988); Amada-amante. Editorial Sin Nombre. Buenos Aires (1085); Geografía heroica. La Alborada;  Montreal; Ausencias. Ediciones El siglo. Winnipeg 1984).

 

TEXTOS EN ESPAÑOL  /  TEXTOS EM PORTUGUÊS

 

Dialéctica del amor

De tu amanecer al mío

hay un silencio

de nieves en el alma

un dolor

de espina

entre la uña y la carne

 

Mujer mitad fuego, mitad pájaro

me abraso,

me consumo

entre el delirio de tus piernas

me vuelo

me aviento

al ritmo de tu sexo

 

Cómo no amarte

si contigo siempre

se nace a la alegría

 

Fantasma sexual

No la vi.

La imaginé,

desnuda

saliendo de la ducha.

Fresca,

con aureola

de virgen para el sacrificio;

delicada figura

oliendo a hierbas.

Sin verla, la sentí

acercarse,

llegar a mi puerta

y sin invitarla,

entrar.

Ciego de amor,

la descubrí

con mi boca,

creció su ternura,

se transformó

en flor, ave rara,

gata mimosa.

Ella era un delirio tierno,

yo un huracán ardiendo.

Dar fue el Verbo

y se dio

de adentro hacia el fuego

y yo me di

del fuego hacia adentro.

 

En la cima del placer

se igualaron nuestras almas.

 

 

Las reglas de la evasión

 

Acumulación de lamentos, palpitaciones, penitencias, doble tropiezo.

Consolaciones del desterrado, apuros, apetencias, bolero andaluz.

Fisura de espíritus, tropelías, soliloquios, aire perdido.

Orgullo del mediocre, apología, coartada, cómodo recurso.

Ley del menor esfuerzo, anuencia, fatalismo, tragedia moral.

 

Las Ciudades de la luz

están diseñadas en la Poesía de los actos puros.

De aquí al horizonte, las anchas Alamedas.

Al centro un cruce de pájaros en bandadas hacia la aurora.

Aquí los jardines, las fuentes, los canales, las musas, el deleite.

 

Tenemos los planos al alcance de la imaginación,

Sólo no falta trabajar el fuego,

fundir los elementos a nuestra visión y semejanza.

Coronarnos con la voluntad de ser Dioses.

 

Visión de Ayacucho

En los dominios del viento el alma se me esparce

con un soplo de iras irredentas.

Allá va con alas de Cóndor

cubriendo la envergadura de la sierra.

Desde las alturas de la historia recibo un legado

imaginario de los niños, con árboles, ríos y montañas.

Son los silencios me hablan de batallas y fulgores de un mañana.

 

A casi tres mil metros hacia el cielo, subo al mirador,

en la pampa de Quinua, donde los grandes de Bolivar

con amor y porfía dijeron basta. Sólo que allí se detuvo el tiempo.

 

En la transparencia del aire frío, Ayacucho es un camino,

una visión de umbral, puerta de entrada y encuentro con la pureza.

Allí la capital invisible, gobierno de las artes para la gloria humana.

 

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TEXTOS EM PORTUGUÊS

Tradução de Antonio Miranda

 

Dialéctica del amor

De teu amanecer ao meu

         há um silêncio

de neves na alma

         uma dor

                   de espinho

entre a unha e a carne

 

Mulher metade fogo, metade pássaro

         me abraso,

                   me consumo

entre o delirio de tuas pernas

         eu vôo

                   me desmancho

no ritmo de teu sexo

 

Como não amar-te

se contigo sempre

se retorna à alegría?

 

Fantasma sexual

Não a vi.

Eu a imaginei,

Nua

saindo da ducha.

Fresca,

com auréola

de virgen para o sacrificio;

delicada figura

cheirando a ervas.

Sem vê-la eu a sentí

aproximar-se,

chegar à mina porta

e sem convidá-la,

entrar.

 

Cego de amor,

a descobri

com minha boca,

cresceu sua ternura,

se transformou

em flor, ave rara,

gata mimosa.

Ela era um delirio terno,

eu um furacão ardendo.

Dar era o verbo

e se deu

de dentro para o fogo

e eu me dei

do fogo para dentro.

 

No cume do prazer

nossas almas se igualaram

 

 

A regras da evasão

 

Saturação de lamentos, palpitações, penitências, duplo tropeço.

Consolações de desterrado, apuros, apetencias, bolero andaluz.

Fissura dos espíritos, atropelo, solilóquio, ar perdido.

Orgulho do mediocre, apología, álibi, recurso cómodo.

Lei do menor esforço, anuência, fatalismo, tragedia moral.

 

As Cidades da luz

estão desenhadas na Poesia dos atos puros.

Daqui ao horizonte, as largas avenidas.

Ao centro um cruzar de pássaros em debandada até a aurora.

Aquí os jardins, as fontes, os canais, as musas, o deleite.

 

         Temos os planos ao alcance da imaginação,

         só nos falta trabalhar o fogo,

fundir os elementos à nossa visão e semelhança.

Coroarmos com a vontade de ser Deuses.

 

 

Visão de Ayacucho

Nos domínios do vento a alma se desvanece

         com um sopro de iras irredentas.

Lá se vai com asas de Condor

cobrindo a envergadura da serra.

Desde as alturas da história recebo um legado

         imaginário de crianças, com árvores, ríos e montanhas.

         São os silêncios, me falam de batalhas e fulgores de um amanhã.

 

A quase três mil metros para o céu, subo ao mirante,

na planície de Quinua, onde os grandes de Bolivar

com amor e obstinação disseram basta. Só que ali o tempo estancou.

 

         Na transparência do ar fio, Ayacucho é um camino,

         uma visão de umbral, porta de entrada e encontro com a pureza.

         Ali é a capital invisível, governo das artes para a glória humana.

 

 

 

Página publicada em novembro de 2007.




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