MATIAS LOCKHART
Matías Lockhart nació en Buenos Aires en Enero de 1976. Asiste al taller literario coordinado por Ana Guillot. En 2001 recibió el cuarto premio en género poesía, en el concurso realizado por la S.A.D.E. zona norte. En Junio de 2004 se editó su primer libro, la primera sed, de Botella al Mar. En 2006 formó parte de la antología poética por los sesenta años de la editorial Botella al Mar, de la poeta Alejandrina Devescovi.
O poeta MATIAS LOCKHART apresentando-se na I BIENAL INTERNACIONAL DE POESIA DE BRASILIA, 3 a 7 de setembro de 2008, no auditório do Museu Nacional. Representante oficial designado pela Embaixada Argentina no Brasil.
TEXTOS EN ESPAÑOL / TEXTOS EM PORTUGUÊS
De
la primera sed
Buenos Aires, Botella al Mar, 2004
la cabeza sobre la hoja tiene
los minutos contados
multitud de números
-o signos-
algunos de pie
uno acompaña al otro
que yace
(ahorcado-dividido)
en dos
las figuras se suceden
¿fue suicidio
o se ajustó el cinturón
más de la cuenta?
me ofreces
un banquete con
el clavel en la boca
-y mastico los pétalos
masticoatraganto
con devoción-
hasta que la muerte
no sé
pare
de la pared
mientras nadie se pregunta
y sigue
respirando
sólo a veces
en extremas épocas se oye
cuando se desprenden las costras
la cantilena
(todavía no)
la humedad imprime movimientos
se cree dios y revive todo lo que puede
no hay más paredes quietas
no mata la humedad
sin el fondo de la casa
se perdió sin aviso
la intimidad
en el fondo del decir
alguno elegiría el nombre
para abrir todas las entradas
-no es posible-
sin el fondo del aire
se pierde la perspectiva del vuelo
y no hay punto de fuga
mutilar el fondo
acomodarse como se pueda
en la parte de adelante
Con cada brazada te multiplicás. Y sos una constelación acuática. Te estudio desde el principio, cuando encontré el primer punto. Ahora entiendo lo que se requiere para ser astrónomo. No calculo la edad de cada estrella que te forma. Intento esforzarme cada noche por sumar un nuevo fragmento a la figura. Disfrutás de tu anonimato. Para abrazarte tengo que dispersar. Abrir. Los poros a otra dimensión. Volver. A mirar con la boca. La atención te hace reaccionar. Tu marco es infinito y oscuro. En esos parámetros te movés con la libertad de los peces. Por eso tuve que descifrar la lengua de los delfines. Soy tu astrónomo, amo profundamente cada destello, con su intensidad. Sos el tatuaje de la noche. Imborrable.
Este dibujo no es para cualquiera. Si descubro un fragmento y enseguida quiero atesorar otro, te diluís y vas apagando puntos. La velocidad no te seduce. Como tu esencia, el descubrimiento tiene que ser paso por paso. Acercarse muy rápido a una estrella puede ser mortal.
Entré por el talón. No tuve que pedir. Después florecer fue mucho más sencillo. Me nutrí de la estructura de cada músculo y dejé los envases donde los encontraba. Vacíos. Sin más resistencia que una casa de naipes. Para no dibujar sospechas, fui dejando sólo la piel. No provoqué cambios bruscos a la vista, tallé las entrañas cuidadosamente, sin lastimar la silueta.
Terminar la tarea no me costó ningún esfuerzo. Sólo fue necesario enfrentar a la víctima con el espejo, y dejar que asome desde los resquicios, turgente, la inseguridad.
Soñaba descalzo con un jardín japonés sin tiempo. Soñaba un japonés con jardín descalzo de tiempo. Soñaba el tiempo un japonés descalzo sin jardín. Un sueño encapsula otro que, a su vez, se fagocita al primero. No hay linealidad.
Descalzo deambulo, observando con la planta del pie las hojas. El ruido de cada paso desmenuza la edad de lo que cruje. Y todas las edades confluyen en una.
Una aguja (se entrevé la punta solamente) divaga sinuosa. Ya perdió su centro (si es que alguna vez lo tuvo) y no describe más figuras geométricas. Se deduce una silueta honorable, ancestral. Se yergue límpida, como un ideograma, incorruptible. Y descalza. Hay un solo jardín.
Una rebanada de aire. Pide. Toda la angustia se intercala con su pelambre y pareciera que se ensañaron con ella. O que la valoran( según alguna visión religiosa, dios pide mucho a quien mucho ama). Le duele el feto que no, ese, el de antes. No se acuerda bien. Tiene reminiscencias en su útero virgen. Su cuerpo ya no le pertenece, otra vez.
Se despertó cuando ya era tarde. Un tsunami ahoga su inocencia y ella ya no puede. Aunque no haya hoy amamantado, toda su descendencia fue barrida por el diluvio ancestral. El calentamiento global le llevó casi todo. En la bajamar sólo le queda un resabio salado de memoria y acidez. Mía ya no ríe.
Arremolina el cuello en búsqueda. Ya no soporta el peso de saber. Un lejano conocido se acerca y la acaricia. Pero le pica la costura, y él no alcanza con la mano.
Matias Lockhart e Antonio Miranda – reencontro durante
o IV Festival Internacional de Poesia, na Feira do Livro de
Buenos Aires, dia 2 de maio de 2009.
TEXTOS EM PORTUGUÊS
Tradução de Antonio Miranda
De
la primera sed
Buenos Aires, Botella al Mar, 2004
a cabeça sobre a folhe tem
os minutos contados
multidão de números
- ou signos —
alguns de pé
um acompanha o outro
que jaz
(enforcado-dividido)
em dois
as figuras se sucedem
foi suicidio
ou se apertou o cinturão
mais da conta?
me ofereces
um banquete com
o cravo na boca
- e mastigo as pétalas
mastigoatragantado
com devoção —
até que a norte
não se(i)
pare
da parede
enquanto ninguém se pregunta
e segue
respirando
apenas às vezes
em época extremas se ouve
quando despertam as crostas
a cantilena
(ainda não)
a umidade imprime movimentos
crê ser deus e revive tudo o que pode
não há mais paredes quietas
não mata a umidade
sem o fundo da casa
se foi sem aviso
a intimidade
no fundo do dizer
alguém elegiría o nome
para abrir todas as entradas
- não é possível —
sem o fundo do ar
perde-se a perspectiva do vôo
e não há ponto de fuga
mutilar o fundo
acomodar-se como pode
na parte dianteira
Com cada braçada te multiplicas. E é suma constelação aquática. Te estudo desdeo início, quando encontrei o primeiro ponto. Agora entendo o que se requer para ser astrónomo. Não calculo a idade de cada estrela que te forma. Tento esforçar-me cada noite para somar um novo fragmentos à figura. Desfrutarás de teu anonimato. Para abraçar-te tenho que dispersar. Abrir. Os poros a outra dimensão. Voltar. A mirar com a boca. A atenção te leva a reagir. Teu marco é infinito e escuro. Nesses parámetros te moves com a liberdade dos peixes. Por isso tive que decifrar a língua dos delfins. Sou teu astrónomo, amo profundamente cada lampejo, com sua intensidade. És a tatuagem da noite. Inapagável.
Este desenho não é para qualquer um. Se descubro um fragmento e em seguida quero possuir outro, te dilues e vais apagando pontos. A velocidade não te seduz. Como tua essência, o descobrimento tem que ser passo a passo. Aproximar-se rápidamente a uma estrela pode ser fatal.
Entrei com o calcanhar. Não tive que pedir. Depois florescer foi bem mais simples. Me nutri da estrutura de cada músculo e deixei as embalagens onde as encontraba. Vazias. Sem mais resistência que uma casa de naipes. Para não levantar suspeitas, fui deixando apenas a pele. Não provoquei mudanças bruscas à vista, talhei as entranhas cuidadosamente, sem lastimar a silhueta.
Terminar a tarefa não me exigiu nenhum esforço. Foi apenas necessário enfrentar a vítima com o espelho, e deixar que emerja desde os resquicios, túrgido, a insegurança.
Sonhava descalço um jardín japonés sem tempo. Sonhava um japonés com jardín descalço de tempo. Sonhava o tempo um japonés descalço sem jardín. Um sonho encapsula outro que, por sua vez, se acende ao primeiro. Não há linearidade.
Descalço deambulo, observando com a planta do pé as folhas. O ruído de cada passo esmiuça a idade do que range. E todas as idades confluem numa só.
Uma agulha (entrevou a ponta apenas) divaga sinuosa. Já perdeu seu centro (se é que o teve alguma vez) e não descreve mais figuras geométricas. Pode-se deducir uma silhueta honrável, ancestral. Ergue-se límpida, como um ideograma, incorruptível. E descalça. Há um único jardín.
Uma fatia de ar. Pede. Toda a angustia se intercala com sua pelugem e parecería que enfureceram com ela. O que a valorizam (conforme alguma visão religiosa, deus pede muito a quem muito ama). Doi-lhe o feto que não, esse, o de antes. Não se lembra bem. Tem lembranças em seu útero virgen. Seu corpo já não lhe pertence, outra vez.
Despertou quando já era tarde. Um tsunami afoga sua inocência e el ajá não pode. Embora não haja hoje amamantado, toda sua descendencia foi varrida pelo dilúvio ancestral. O aquecimento global tirou-lhe quase tudo. Na baixamar só resta um ressábio salgado de memoria e acidez. Minha já não ri.
Empina o pescoço na busca. Já não suporta o peso de saber. Um distante conhecido se aproxima e a acaricia. Mas o pinica a costura, e ele não alcança com a mão.
Página publicada em junho de 2008, para a I BIENAL INTERNACIONAL DE POESIA DE BRASILIA.
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