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Sobre Antonio Miranda
 
 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 





ENRIQUE SOLINAS

 

nació en Buenos Aires el 11 de Julio de 1969. Es Profesor en Letras y Ciencias de la Comunicación y Licenciado en Letras. Desde 1989 colabora con publicaciones del país y del exterior. Publicó en poesía Signos Oscuros(1995), El Gruñido (1997), El Lugar del Principio (1998), Jardín en Movimiento (2003), Éxtasis (2007) y en narrativa, el libro de cuentos La muerte y su conversación (2007).

 Por su labor literaria obtuvo varios premios, entre ellos, el 1er. Premio Nacional Iniciación de la Secretaría de Cultura y Educación Bienio 1992/1993, Mención Premios Municipales de la Ciudad de Buenos Aires a la Producción 1994/1995, Subsidio Nacional de Creación de la Fundación Antorchas, Concurso 1997 de Becas y Subsidios para las Artes, 1er. Premio Estímulo a la Creación Literaria Año 2000 de la Secretaría de Cultura y Educación, 1er. Premio del “Concurso de Cuento Fantástico para Docentes de Buenos Aires 2004”, organizado por la Fundación Ciudad de Arena y la Secretaría de Educación del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en su Plan de Lectura, etc.

Actualmente, además de la poesía, su actividad incluye la narrativa, la crítica literaria y la investigación.

 

 

TEXTOS EN ESPAÑOL  / TEXTOS EM PORTUGUÊS

 

 

Escrito a Fuego

                 

                                                          de El lugar del Principio, 1998

 

Uno va por la vida

como quien regresa al lugar donde se cantan

las canciones de cuna,

                                    a paso de guerrero,

con la lanza quebrada

y una herida que nunca se termina de sanar.

El cuerpo que soporta

las mordidas del tiempo

es el cuerpo de la Historia.

Y uno va

preparado a golpear las puertas de la Casa del Orden

–las manos tan cansadas,

                            la sangre que corre por la vida–,

bajo el brazo

el tejido de los sueños:

tejer y destejer

los distintos caminos que me nombrar.

 

Con un hilo brillante, con un hilo de noche,

con la sombra de un hilo que se incendia.

Así escribiré.

Y aunque caiga sobre mí toda la violencia del mundo,

y aunque la muerte me lleve cada vez más lejos,

y aunque recuerde el nombre perdido del comienzo,

así,

      escribiré. 

Sólo una muerte
de El lugar del Principio, 1998 

Sólo una muerte

puede vivir más allá del tiempo y la distancia.

El horror contamina lo bello y estos ojos

que muerden el peligro,

devoran las imágenes de siempre

                                  como un fuego.

No hay rosa, no.

La realidad es un viento de lobos.

Aquél campo de flores

que alguna vez brilló como una espada,

hoy canta una canción oscura desde el hielo.

           

No hay rosa, no.

La realidad es espejismo.

Y toda flor (que frágil y deseada)

es más hermosa y perfecta cuando muere.

           

Todo es posible.

                           Todo es misterio.

           

Sólo una muerte

                           puede salvarse de su propia muerte.

 

San Sebastián

de Jardín en Movimiento, 2003

 

Él abre su cuerpo al mundo

como quien ata la voz a un árbol

y la multiplica.

 

Sabemos que es así,

que nada evitará su despedida,

la victoria feroz

del que ha perdido.

 

Si le dan a elegir

entre el silencio o el silencio,

prefiere el estallido

o la mueca

de su representación.

 

Ah, mi querido,

la revolución ya pasó

y no nos dimos cuenta.

Se fue como esta noche,

tratando de entender

por qué él

             -  tan bello y extraño -

se deja atravesar por nuestras flechas,

por qué abandona su cuerpo a nuestro mundo

y nosotros tan lejanos como Dios.

 

Rutina

de Jardín en Movimiento, 2003

 

El muchacho cabalga hacia la aurora

para abrir y cerrar el mundo.

Es el aliento de la infancia el que lo obliga

a cortar su corazón.

Es el aliento de la infancia el que lo obliga

a coser su corazón con aire.

 

Tantas palabras, tantas,

que ya no hay

qué decir.

 

Es el aliento de la infancia la aurora.

El sol es rojo.

 

 

TEXTOS EM PORTUGUÊS

Traduções de Antonio Miranda

 

 

Escrito a Fogo

 

                                                          de El lugar del Principio, 1998

Vamos pela vida

como quem regressa ao lugar onde se cantam

as canções de ninar,

                            a passo de guerreiro,

com a lança quebrada

e uma ferida que nunca se consegue curar.

O corpo que suporta

as mordidas do tempo

no corpo da História.

E vamos

preparados para golpear as portas da Casa da Ordem

—as mãos tão cansadas,

                            o sangue que corre pela vida—,

debaixo do braço

o tecido dos sonhos:

tecer e destecer

os diferentes caminhos que me nomear.

 

Com um fio brilhnte, com um fio da noite,

com a sombra de um fio que se incendeia.

Assim escreverei.

E mesmo que caia sobre mim toda a violência do mundo,

mesmo que a morte me leve cada vez mais longe,

mesmo que lembre o nome perdido no começo,

assim,

         escreverei. 

Somente uma morte
de El lugar del Principio, 1998 
 

Somente uma morte

pode viver além do tempo e da distância.

 

O horror contamina o belo e estes olhos

que mordem o perigo,

devoram as imagens de sempre

                            como um fogo.

Não há rosa, não.

A realidade é um vento de lobos.

Aquele campo de flores

que alguma vez brilhou como uma espada,

hoje canta uma canção escuro desde o gelo.

 

Não há rosa, não.

A realidade é espelhismo.

E toda flor (que frágil e desejada)

é mais formosa e perfeita quando morre.

 

Tudo é possível.

                   Tudo é misterio.

Somente a morte

                   pode salvar-se de sua própria morte.      

   

           

São Sebastião

de Jardín en Movimiento, 2003

 

Ele abre seu corpo ao mundo

como quem ata a voz a uma árvore

e a multiplica.

 

Sabemos que é assim,

que nada evitará sua despedida,

a vitória feroz

do que se perdeu.

 

Se ele pode eleger

entre o silêncio e o silêncio,

prefere o estampido

ou o esgar

de sua representação.

 

Ah, meu querido,

a revolução já passou

e nem percebemos.

Foi-se como esta noite,

tratando de entender

por quê ele

                   — tão belo e estranho —

se deixa atravessar por nossas flechas,

por quê abandona seu corpo em nosso mundo

e nós tão distantes como Deus.

 

Rotina

de Jardín en Movimiento, 2003

 

 

O menino cavalga na direção da aurora

para abrir e fechar o mundo.

É o alento da infância o que o obriga

a cozinhar seu coração com ar.

 

Tantas palavras, tantas,

que já não há

o que dizer.

 

É o alento da infância a aurora.

O sol é rubro.   

 

 



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