| 
                   ENRIQUE BUTTI 
                    
                  (Argentina, 1949) 
                    
                  Poeta, novelista, ensayista y dramaturgo.  Ha publicado tres novelas: El fantasma del Teatro Municipal, No me digan que no y Aiaiay. Fue guionista del film argentino El acomodador (no estrenada comercialmente, 1975).  Además es prosecretario de  Redacción de El Litoral, y tiene una larga y reconocida  trayectoria como escritor en el país y en el extranjero. Obtuvo el Primer  Premio en el Género Cuento del concurso Fomento a la Producción Literaria Año  2005, otorgado por el Fondo Nacional de las Artes. La distinción se concedió  por su obra La daga latente-9  cuentos casi policiales.  
                    
                    
                    
                  TEXTOS EN ESPAÑOL   -   TEXTOS EM PORTUGUÊS 
                    
                    
                  
                  ENTRE ESTAS AGUAS - POETAS DEL MUNDO LATINO 2009.  Edición: Mario Meléndez y           Margarito  Cuéllar.  Monterrey, México: Universidad  Autónoma de Nuevo León; Secretaría de Cultura de Michoacán, 2010.    
                  253 p.  16 X 23 cm    ISBN 978-607-433-458-6   Ex. bibl. Antonio Miranda 
                    
                    
                  Tu enemigo 
                    
                    
                  Es tu rey 
                  aunque todos los sueños 
                  se empecinen en arrodillártelo 
                  esclavo. 
                  Es tu verdugo 
                  aunque lo persigas 
                  hasta aplastarlo bajo tus pies 
                  como la Virgen aplasta 
                           la  serpiente.  
                    Es tu carcelero  
                    aunque lo tengas acorralado  
                    (lo tienes y no te suelta). 
                    
                  En todas tus gloriosas horas, 
                  se abren relámpagos, 
                  te invade la selva 
                  y ahí estás 
                  a merced del salto, 
                  la bestia sigilosa y feroz: 
                  tu tigre es tu odio. 
                    
                  La invocación de tu enemigo 
                  ocupa tus mejores horas, 
                  tu atención más concentrada. 
                  El duelo que te enfrenta a él 
                  es más incesante 
                  que el duelo 
                  del vacío 
                  al que te ha despeñado  
                    tu difunto más querido.  
                    El paisaje del encuentro  
                    se ha ido despojando  
                    de toda distracción 
                  y la cita ya no sucede  
                    en un alba de nieblas  
                      en el claro de un bosque  
                      y no hay 
                  jueces ni padrinos  
                    que acompañen  
                      y sostengan  
                        cualquier honor o ley,  
                          ni escondrijos  
                            ni atardecer ni noches.  
                    
                  
                    
                      El  desafío es  perenne 
                      y  recomienza y nunca 
                      acaba 
                      en  una llanura 
                      de  hielo enceguecedor. 
                      Te  acorrala dentro 
                      de  tu cuerpo, 
                      te  agarrota los músculos 
                      y  te cierra los puños. 
                      Has  inventado a tu demonio. 
                      El  engendro nada en tu pecho 
                      y  lo alimentas 
                      con  tu rencor. 
                        
                      Lo  sientes reír y asquearse 
                      de  todas tus equivocaciones 
                      porque  siempre el primero 
                      en  conocer tus fracasos. 
                        
                      Pero  es también 
                      quien  te consuela 
                      con  nuestra única verdad: 
                       
                     
                   
                  suceda lo que suceda,  
                    aunque en el peor de los  casos  
                      la victoria fuese sólo  suya, 
                        también él morirá;  
                          aunque te mate,  
                            también él morirá,  
                  y los espectadores de tu 
                          humillación 
                    y tus lares decapitados 
                      y tu casa incendiada, 
                        todo hubiera sido polvo  
                          de todos modos  
                          de cualquier manera. 
                    
                  Buscas ser él y suicidarte. 
                    
                  Te ha enseñado 
                  mejor que ningún maestro. 
                  Lo has examinado 
                  con meticuloso esmero 
                  hasta volver aborrecible 
                  criminal cada uno de sus gestos. 
                  Te ha adiestrado 
                  en tus más furtivas estrategias: 
                  el simulacro, la traición 
                  y la insolencia del perdón 
                  sin olvido, 
                  y ha probado 
                  los límites de tu ignominia  
                  tentándote a pactar con 
                            mercenarios  
                  y abyectos aliados. 
                    
                  Lo conoces mejor  
                    que a cualquiera de tus  
                    amantes, 
                  pero la pasión que te une a él 
                  no te lleva nunca 
                  al reposo del abrazo 
                  y a la conquista de la tregua 
                  de uno mismo. 
                    
                  Te gana cada noche.  
                    Te impone la vigilia  
                      del insomnio  
                      para adorarlo. 
                    
                    
                    
                  TEXTOS EM PORTUGUÊS 
                    Tradução: Antonio Miranda 
                       
                     
                    
                  
                    
                      
                        TEU INIMIGO 
                           
                          É teu rei 
                            embora  todos os sonhos 
                            resolvem  ajoelharem-se 
                            escravo. 
                            É  teu verdugo 
                            embora  o persigas 
                            até  esmagá-lo com os pés 
                            como  a Virgem esmaga 
                            a serpente. 
                            É  teu carcereiro 
                            embora  o tenhas encurralado 
                            (tu o tens e ele não te  solta). 
                           
                            Em  todas as tuas horas gloriosas, 
                            os  relámpagos se abrem, 
                            a  selva te invade 
                            e  aí estás 
                            à mercê do salto, 
                            a  besta sigilosa e feroz: 
                            teu tigre é teu ódio. 
                            A  invocação de teu inimigo 
                            ocupa  tuas melhores hortas 
                            tua  atenção mais concentrada. 
                            O  duelo que te enfrentra com ele 
                            é  mais incesante 
                            que o duelo 
                            do  vazio 
                            a que te despenhou 
                            teu  difunto mais querido. 
                            A  paisagem do encontró 
                            foi-se  despojando 
                            de  qualquer distração 
                            e  o encontro já não acontece 
                            em  tua aurora de névoas 
                            na  claridade deum bosque 
                            e  não há 
                            juizes  nem padrinos 
                            que  acompanhem 
                            e sustentem 
                            qualquer honor ou lei, 
                            nem  esconderijos 
                            nem entardecer nem noites. 
                            O  desafio é perene 
                            e  recomeça e nunca  
                            acaba 
                            numa  planicie 
                            de  gelo enceguecedor. 
                            Te  encurrala dentro 
                            de teu corpo, 
                            te  arrocha os músculos 
                            e  te fecha os punhos. 
                            Inventaste  o teu demonio. 
                            O engenho nada em teu  peito 
                            e o alimentas  
                            com  o teu rancor. 
                                        Sentes que se ri e se asqueia 
                          com todos os teus equívocos 
                          porque  é sempre o primeiro 
                          a  conhecer os teus fracassos. 
                           
                          Mas  és também 
                          quem  te consola 
                          com  a nossa única verdade: 
                          suceda  o que suceda, 
                          embora  o pior dos casos 
                          a  vitória fosse apenas tua, 
                          também  ele morrerá; 
                          mesmo  que te mate, 
                          também  ele vai morrer, 
                          e os espectadores de tua 
                          humilhação 
                          e  teus lares decapitados  
                          e tua casa incendiada, 
                          tudo teria sido pó 
                          de  todos os modos 
                          de  qualquer maneira. 
                                        Buscas  se ele e suicidar-te. 
                           
                          Ensinou-te 
                          melhor  que qualquer profesor. 
                          Tu o examinaste 
                          com meticuloso esmero 
                          até voltar aborrecível 
                          criminoso  cada um de seus gestos. 
                          Te  instruiu 
                          em  tuas mais furtivas estratégias: 
                          o  simulacaro, a traição 
                          e a insolencia do perdão 
                          sem olvido, 
                          e demonstrou 
                          os limites de tuda ignominia 
                          tentando  pactar-te com 
                          mercenários 
                          e abjetos aliados. 
                                        Tu  o conheces melhor 
                          do que a qualquer de teus 
                          amantes, 
                          mas a paixão que te une 
                          a  ele 
                          não te leva nunca 
                          ao repouso do abraço 
                          e à conquista da tregua 
                          de si mesmo. 
                        Te ganha a cada noite. 
                          Te impõe a vigilia 
                          da insônia 
                          para adora-lo. 
                          
                       
                     
                   
                    
                Página publicada em janeiro de 2020
  |